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domingo, 31 de mayo de 2009

Complicaciones, respeto, ética, estética...


Me llama poderosamente la atención la manera que tenemos los seres humanos de complicarnos la vida, cómo nos creemos con el derecho de criticar, calificar, imponer, cercenar, tan sólo por el hecho de pensar diferente. A veces, hay opiniones, depende de quién las vierta, que influyen en sectores amplios de población hasta el punto de llegar a ser decisivos en la vida de quien los reciba. Como siempre habría que hablar de falta de respeto, de manipulación…

Hoy pondré como ejemplo la Iglesia Católica, que no todo va a caer sobre los políticos, y conste que siempre que hablo de ella, me refiero a la Institución, respetando a la gente buena, que sin duda la hay, que la integra.

De nuevo leo en un periódico digital las atroces opiniones, que ni siquiera voy a reproducir en este lugar, simplemente por estética personal, del Sr. Rouco Varela… Por supuesto todas en relación al sexo en distintas facetas, y que sospecho que van más allá del eterno e inexistente pecado de la carne.

Que esta institución no respeta las libertades personales, es algo más que sabido, pero que además tampoco respeta el tan llevado y traído libre albedrío también está claro puesto que, una cosa es recomendar determinado comportamiento en cuanto a los distintos ámbitos de la vida y otra imponer a través de esas artes dirigidas a manipular conciencias y a acabar con cualquier atisbo de consciencia personal, se llame como se llame…

Hasta que la Iglesia no contemple el sexo como algo natural, en lo que por supuesto, como en todo, deben existir unos principios morales, éticos o religiosos, que –personalmente-nos asistan, mientras que no respete y reconozca que abarca diferentes vertientes entre las que se encuentra la procreación, sí, pero también el placer por sí mismo o por amor, lo seguirá viendo sucio, feo, pecaminoso… Y no hay nada más bello que un encuentro íntimo entre dos, porque se amen o porque así lo decidan libremente.

Y se me ocurre preguntar a la “santa madre iglesia”…: Si el ser humano y los que no lo son, están dotados de estos mecanismos ¿No es esto, también por voluntad divina? O es que “EL Dios” lo único que quería era hacernos la puñeta dándonos algo de lo que no podríamos hacer uso libremente?

Creo, en fin, y es sólo mi opinión personal, que la Iglesia y muchos de los que la integran, deberían pensar en sacarse a Torquemada de las venas, que ya hace tiempo que la Inquisición llegó a su fin…
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P.D. Mis disculpas anticipadas a quien se pueda sentir vulnerado por mis opiniones que al fin, son sólo mías...

jueves, 28 de mayo de 2009

"Sietedelseis" ¿Un día diferente?

Escucho, leo, veo, oigo a la mayoría de los políticos, señoras y señores de izquierda, derecha, centro y medio campo, criticarse continuamente unos a otros en lo relativo a política social, económica, religión o ateísmo, ética, estética y demás maravillas, y de pura hartura y desengaño -que una tiene ya sus añitos- no sé si reírme, llorar o pasar en columna de a cuatro de tanta mentira interesada…

Soy una ciudadan@ más de l@s much@s que se sienten estafados por aquellos que, ahora, antes y hasta me atrevería a decir que después ( sin ser vidente pero sí observadora de lo e-vidente) está debatiéndose en un mar de dudas ante las próximas elecciones del día “sietedelseis” porque, como cualquiera estoy más que cansada de promesas, hipotéticas soluciones, y esa actitud omnipresente en cualquier debate político de “lo que tú haces tan mal lo haría yo mucho mejor”, de la que después, llegado el caso, no se ve resultado alguno, y lo que me temo, como tantos se temen, es que este país sólo saldría adelante si desaparecieran todos y cada uno de los partidillos políticos (carentes de cualquier indicio de ideología conocida) que existen y comenzáramos desde cero con gente preocupada de verdad (y no digo que alguno no exista diseminado por aquí o allá) por el pueblo, que es al fin quien debe o debería decidir.
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Yo, señores y señoras de izquierda, derecha, centro y medio campo, lo único que sé hacer es trabajar para vivir y vivir como me dejan y desde luego, desconfiar absolutamente de todo en esta materia que ustedes, por sus propios méritos, se han encargado de hacer que aborrezca desde que pude ver bien claro que todo era mentira. Al margen de esto, mi vida a otros niveles, la tengo, como tantos otros, pero que muy clarita…

… Aunque ahí no tengan cabida ninguno de todos ustedes que, teóricamente, y digo bien, porque me temo que no voy a dejarles, ni el sietedelseís, ni a este paso, nunca más, por primera vez en mi vida de ciudadana con derecho a voto, tienen mi destino en sus manos.

domingo, 17 de mayo de 2009

¿Algo más que un sueño?




Llevaba aproximadamente dos horas durmiendo y algo la despertó. En la oscuridad de la noche dirigió su mirada hacia el reloj que brillaba en la mesita; eran las tres de la madrugada.

Quiso levantarse de la cama y comprobando que su cuerpo no respondía a su voluntad, se relajó y mantuvo los ojos abiertos en la oscura noche. Al cabo de unos segundos le pareció distinguir un resplandor fuera de la habitación y dirigió hacia él su mirada percibiendo entonces que a esa luz difusa que parecía ondear como mecida por el viento, le acompañaba una sutil melodía, algo parecido a un mantra formado por sonidos de campanillas. Fue en ese momento cuando de nuevo intentó levantarse de la cama y esta vez lo consiguió fácilmente, con la sensación de flotar, como si algo absorbiera el peso de su cuerpo respondiendo a su deseo.

Se dirigió hacia la luz y la atravesó como si de una puerta se tratara y al acceder al otro lado se encontró un mundo diferente, formado por sensaciones que sintió en su corazón como un océano inmenso o una gran galaxia de sonrisas, de miradas, de manos entrelazadas. Se unió con toda la fuerza de su alma a ese universo de voluntades que allí permanecían unidas formando un círculo de amor…

A las nueve de la mañana un rayo de sol iluminó el espacio que ocupaba y se despertó con una sonrisa y la sensación de que su sueño había sido algo más que eso…

miércoles, 13 de mayo de 2009

DOY FE


Hoy he tenido un día de trabajo horrible, tanto, que parecía que no iba a terminar nunca y entre eso, y que había dormido más bien poco, he vuelto a casa hecha polvo y de un humor bastante alterado, pero la vida se encarga de endulzar las amarguras si sabes ver lo que tienes alrededor.

Después de comer he hablado con alguien muy querido, pero mucho… A continuación he puesto la tele y valorando la programación después de recorrer los treinta y tantos canales con ese contenido tan “apasionante”, he ido a visitar blogs, y aquí es donde voy a poner una sonrisa enorme a la continuación de una mañana de lo más antipática…

En primer lugar he visitado a un hombre con edad y cara de jovencito pero con una madurez, una sensibilidad y una sabiduría natural, tan dignas de admiración que, después de leer por tercera vez su post, ha vuelto a provocar lágrimas de emoción en mis ojos y muchas reflexiones en mi alma…

A continuación he re-visitado a mi amiga de las letras y los cuentos y también he estado un ratito reflexionando sobre el tiempo y sobre la autenticidad en otra de sus casas.

Luego me he paseado por otro lugar que no visito con asiduidad, no por nada, sino porque me muevo poco por este mundo bloguero, y he vuelto a emocionarme constatando la grandeza del ser humano y siendo consciente, una vez más, de que hay seres en el mundo que brillan con luz propia y compensan e iluminan a tantos otros de los que sólo se puede percibir que ocupan un lugar en el espacio.

En fin, que a un día que parecía nefasto, le llovieron oportunidades de ser muy especial

DOY FE…

sábado, 9 de mayo de 2009

El último adios (parte IV)


Mientras Pablo y el guía se alejaban hacia el río con la misión de volver con el dinero solicitado, María y Fernando fueron atados de manos y conducidos hasta una especie de cabaña de dimensiones reducidas donde, después de inmovilizarlos, les encerraron con la advertencia de que si intentaban escapar no dudarían en dispararles, pero a los pocos minutos, la puerta, cerrada con varios candados se abrió y se llevaron a María sin mediar palabra ni dar explicación alguna. Fernando no sabía qué pensar mientras el atardecer llenaba de sombras el pequeño espacio donde se encontraba.


Al caer la noche, su nerviosismo iba en aumento; analizaba por qué, un hombre de paz como él, alguien que nunca había tenido ningún problema con sus semejantes y menos aún con la justicia, se encontraba en aquella situación tan complicada. Se prometía a sí mismo mil cosas cuando saliera de aquello; en primer lugar no volverse a fiar de nadie que no conociera, y desde luego terminar cualquier contacto con aquella pareja cuyas actividades y comportamiento le resultaban tan extraños, aún así estaba preocupado por la suerte que hubiera podido correr María puesto que el pelaje de los individuos era como para no confiar en absoluto.


Su preocupación fue aumentando a medida que pasaba el tiempo pues pasó la noche, amaneció y allí no apareció nadie; había estado intentando soltase las amarras que le inmovilizaban pies y manos pero no le fue posible y la piel de las muñecas, ya erosionada por el forcejeo, empezaba a presentar un aspecto enrojecido y a doler.


El sol iluminaba ya el pequeño habitáculo cuando alguien entró y le desató las manos, ofreciéndole un poco de agua para beber. Fernando se sentía tan agotado, tan deprimido que bebió un poco de la botella y volvió a tumbarse con los ojos cerrados resignado a lo que pudiera ocurrir a partir de aquel momento. El carcelero, que hablaba en portugués dijo algo así como que iban a esperar un poco más pero que su vida dependía del pago de la deuda. A partir de aquel momento, el cansancio, el calor, y el estado de ánimo de Fernando le provocaron como una especie de pesada somnolencia que le mantuvo lejos de aquella extraña situación.


La siguiente vez que tuvo contacto con la realidad fue de nuevo al anochecer cuando volvió a escuchar el sonido de la cerradura dando paso a dos de los individuos que le retenían. Uno de ellos se acercó a él y le soltó manos y pies mientras el otro sin dejar de apuntarle con un fusil; le dijo que podía marcharse y le dio una cantimplora con agua y la mochila que él llevaba cuando les apresaron. Preguntó por María y le contestaron que la habían soltado cuando el extranjero y Manuel pagaron la deuda hacía unas horas; salieron de la cabaña y, una vez fuera, en medio de una noche sin luna, le dijeron que bajara en línea recta hasta la orilla del río que allí le esperaba alguien para llevarle hasta el hotel.


Fernando comenzó a caminar en la oscuridad, alumbrado únicamente con una pequeña linterna que encontró en su mochila. Tenía la sensación de estar perdido en algún lugar de la nada, completamente desorientado y a la vez lleno de rabia e impotencia por la situación vivida.
Siguió caminando hacia el lugar indicado en busca de quien pudiera sacarlo de aquella pesadilla, y hasta el sonido de sus propias pisadas le parecía amenazante.


Al llegar a la orilla no vio nada y su ánimo comenzó a decaer aún más preguntándose qué haría, cómo conseguiría salir de aquel lugar inhóspito, desconocido para él, cuando pudo percibir la luz de una antorcha unos metros más allá y alguien que por señas le indicaba que se aproximara. Era Manuel, el guía, quien le invitaba a subir a una zodiac para llevarle junto a sus amigos.


Cuando bien entrada la tarde llegó por fin al hotel, se dirigió inmediatamente a su habitación para asearse y descansar, con la idea de marcharse de aquel lugar en cuanto pudiera conseguir un billete de avión. Al entrar en su habitación, encontró a María visiblemente afectada por lo sucedido, sin parar de disculparse, de decir que aquella situación les había sorprendido tanto como a él, que Fernando estaba siendo asistido en un centro hospitalario debido a todo lo sufrido… La interrumpió asqueado y simplemente le dijo: Sal de mi habitación; ni siquiera me interesa la historia que tengáis que contarme, sólo quiero olvidar todo esto y seguir con mi vida.


Ella intentó hacerle comprender, pero Fernando, levantándose del sillón donde descansaba, se dirigió a la puerta y, sujetándola abierta, la invitó a salir de su habitación y de su vida para siempre.


Llamó a la recepción del hotel pidiendo algo de comer y encargando que le gestionaran la compra de un billete con destino a Madrid lo más rápidamente posible, además de la factura correspondiente. Mientras tanto, se dio una larga y relajante ducha incapaz de pensar o decidir nada en ese momento, su único deseo era verse de nuevo en su país, en su casa, descansar y olvidar aquella pesadilla. (continuará)

viernes, 1 de mayo de 2009

Reflexiones


Leyendo hace unos días un blog de los que visito asiduamente en el que el autor transcribía una canción de Georges Brassens, me vino a la memoria, supongo que no por casualidad, una frase de este poeta y cantautor francés que siempre me ha hecho reflexionar:

“La única revolución es intentar mejorar uno mismo esperando que los demás también lo hagan”

No sé si es la única revolución, pero al menos es la que está al alcance de cualquiera. No podemos criticar aquello de lo que participamos, por lo tanto, la solución empieza por el propio cambio, incluso sin esperar que los demás lo hagan, puesto que nuestro mundo somos, en un principio, nosotros mismos con la suma de nuestras circunstancias y realidades.

Es agradable sentirse apoyado o comprendido, pero si bien a nivel humano somos seres sociales, a nivel interior o a nivel de conciencia nuestra realidad es individual, y a pesar de que socialmente parte de lo que nos impulsa se deba a conceptos o principios aprehendidos o educacionales, no exentos de la propia elección, siempre subyace en nuestras elecciones esa brújula individual, es decir, siempre que queramos ver o reconocer aquello que no siempre podríamos definir pero que tiene un peso específico en nuestra forma de vida.

Feliz fin de semana.