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lunes, 26 de enero de 2009

El camino de la vida


En el mundo en que vivimos, esperar es casi un arte; cualquier acto que realizamos está encaminado a obtener unos resultados preconcebidos, aquellos que creemos que son más adecuados para continuar adelante, con lo cual impedimos que ocurra lo que tenga que ocurrir... Es una espera condicionada a nuestros deseos, a lo que nuestra mente, precursora del engañoso ego, considera. De esta forma cerramos el camino de la vida.

En la verdadera espera, no existe el tiempo ni las expectativas, y aunque parezca un contrasentido, no hay deseo por obtener nada…

Llegar a un cruce de caminos cuando no se sabe qué dirección tomar, no es un problema si nos detenemos y esperamos a saber qué dirección es la idónea para continuar; el problema llega cuando, de antemano, pensamos o deseamos una dirección porque podemos tomar un camino equivocado, y aunque el error también sea una vía de aprendizaje, tiene sus consecuencias, y no sólo para uno mismo, que esto es un riesgo asumible, sino también para nuestro mundo…

viernes, 23 de enero de 2009

Amanecer


Quizá no sea todo tan fácil como decir esto es blanco o negro, quiero esto o lo otro, reducir la vida a sólo dos opciones: Sí o No…

Hay matices, puntos intermedios… Pero lo que sí está claro es que hay momentos en los que se te exigen respuestas…

Respuestas…

Y solo se percibe lo externo…¡Si fuéramos transparentes…!

Nadie, más que uno mismo sabe lo que le pasa por el alma, qué es lo que te hace sentir la calma que se necesita para ser feliz y cómo el paso del tiempo y lo vivido, hace que aquello que era suficiente en aquel momento, ya no lo sea en éste…

¿Se podría calificar de evolución? Pero esta evolución no invalida lo vivido, no hay que caer en el error de renegar o arrepentirnos de lo que fuimos, y sí saber que somos producto de aquello que ya no nos sirve más que para otorgarnos el derecho al presente, a ese instante diferente que nos aborda desde la experiencia, como un amanecer, casi sin darnos cuenta hasta que percibimos el primer rayo de sol.

Vivir con la propia conciencia no es fácil, porque si anteriormente he hablado de límites, esos límites no son sólo para los demás; también existen para uno mismo, y generalmente se acompañan de renuncias, decisiones drásticas, y en muchos casos de incomprensión.

Pero, como siempre, hay que esperar para poder valorar o para comprender…

Sin juicios precipitados…

Sólo esperar a que ese primer rayo de sol nos anuncie el amanecer

sábado, 17 de enero de 2009

El silencio, compañía y alimento




En ocasiones, al margen de seguir con la vida cotidiana, lo que incluye todas las obligaciones a las que estoy sometida o a las que atiendo “voluntariamente”, necesito parar, realizar una especie de digestión anímica, un dejar que el curso de la vida continúe sin poner trabas, y para eso es necesario el silencio.

Es una actitud que no se entiende en general, y la mayoría de los que te rodean piensan que te encuentras mal o que estás enfadada con el mundo, qué se yo… ¿Nadie necesita la compañía y el sosiego que el silencio proporciona?

Es quedarte a solas contig@ mism@, escuchar, estar atent@ a lo que llega del espacio interior; saber qué se necesita, en qué punto del camino te encuentras, más allá de la inercia que nos empuja a la inconsciencia en la que tantas veces nos vemos atrapados… Esperar a saber dibujar el próximo paso que nuestro camino necesita para ser exclusivamente nuestro…

Es nutrirse, como cualquier organismo que precisa de alimento, pero no para el físico sino para lo que mantiene la vida más allá de lo orgánico…

¿Es tan difícil de entender?

No es estar (sol@) sino SER para poder ESTAR…

viernes, 16 de enero de 2009

Pura apariencia


Estaba fumando en la escalera de incendios de su lugar de trabajo. El paisaje invernal que abarcaba su mirada, era típicamente urbano si no fuera por unos enormes álamos que separaban unos edificios de otros dándole un aire diferente.

Mientras contemplaba la imagen, algo empezó a temblar, una especie de emisión de ondas, como si… Se quedó perplejo cuando se dio cuenta de lo que ocurría… Lo que estaba viendo era, el paisaje antes descrito pero superpuesto a otro completamente diferente, algo así como … Lo expresó en alta voz: ¡Un holograma!

Mientras intentaba distinguir el paisaje de detrás o lo que hacía de pantalla donde descansaba la realidad más externa, alguien, a su espalda, con un tono de voz grave, tirando a metálica, le interrogó: ¿Sabes que está prohibido salir a las escaleras de incendios?

Se sintió mareado, incapaz de darse la vuelta, y fue entonces cuando acudieron a su memoria las palabras que en varias ocasiones a lo largo de su vida, había oído pronunciar a su difunto padre: Hijo, no creas ni lo que ven tus ojos… Todo es pura apariencia, y seguía con un discurso que no quería recordar en ese instante…

Siempre interpretó las palabras del padre como una crítica de tipo social, pero ahora, justo en este momento en el que se sentía en peligro, inseguro, en manos de algo que no podía definir, acudían a su recuerdo…

Dio media vuelta y no pudo ver a nadie. ¿De dónde había salido, o mejor ¿Dónde estaba la persona a la que correspondía la extraña voz que segundos antes le había interrogado?

En ese momento sintió como si algo le absorbiera y le pareció entrar en un túnel blanco, gelatinoso; una voz gritaba su nombre a su espalda, pero la voz se alejaba a medida que él se relajaba dentro de ese túnel blando que rápidamente le absorbía…

Lo último que escuchó fue la voz de su compañero de despacho exclamar: ¡Un medico, rápidamente, llamar a emergencias! ¡Parece un infarto!

Entró en aquel jardín maravilloso y se dirigió al lago de aguas cristalinas que, unos metros más allá reflejaba la luz y el color de un atardecer de primavera. Sus padres, sonrientes y con actitud amorosa, le esperaban en la orilla y él devolviendo la sonrisa, feliz, echó a correr hasta llegar a la misma. Cuánto has tardado, hijo… El barco está a punto de partir…

Mientras les abrazaba emocionado, miró hacia el lugar de donde procedía, y le extrañó percibir una especie de movimiento en la lejanía, como una emisión de ondas que hacían que el paisaje del horizonte se desdibujara poco a poco…

No creas ni lo que ven tus ojos, le dijo sonriendo su padre… Todo es pura apariencia…

miércoles, 14 de enero de 2009

El llanto del caminante


Quizá en el lugar en el que las almas coinciden,

haya un espacio donde el constructor de caminos

descanse más allá de la luz que baña sus sueños...

Y, transgrediendo el recuerdo que, desde Akasha

se derrama en multitud de colores sobre sus pupilas

inundando de lluvia sus ojos,

reflejando en ellos mil realidades,

mil caminos,

mil soledades,

pueda volar hasta el lienzo donde el destino dibuja sus pasos,
.
humedecer el pincel con la lluvia...
.
Y pintando los reflejos...

Comprender…

sábado, 10 de enero de 2009

Nuestra aventura


Hacer de la vida una aventura en la que todo está a nuestro alcance, es una tarea ardua, solitaria, pero de lo más satisfactorio.

A lo largo de ella he podido comprobar que, cuando se está abierto y preparado, el conocimiento llega a través de lo que pueden parecer casualidades, a través de personas, compañeras temporales en nuestro camino, encuentros que puedan parecer intrascendentes pero para los que siempre existe una causa y pueden potenciar que, lo que hace un tiempo no nos interesaba o simplemente no nos cuestionábamos, aparece con más o menos claridad, para mutuo disfrute y aprendizaje.

No siempre se puede compartir la propia experiencia, no porque no pueda estar al alcance de cualquiera, sino porque cada uno tiene su momento, su ritmo, y es dueño de sus elecciones, lo que confirma que, a este mundo llegamos solos y partimos de la misma forma, más allá de sentimientos y de todo lo que experimentamos en compañía de otros, pero la experiencia interior es prácticamente intransferible porque las palabras no abarcan los sentimientos, las sensaciones, el contacto con lo que cada cual posee más allá de lo puramente material o humano, lo que nos hace únicos dentro del universo energético al que pertenecemos.

Seguramente coincidiré con muchos en este sentimiento de que la vida es una aventura maravillosa que elegimos paso a paso, un paraíso o un infierno, a través de esas elecciones, pero al fin, algo digno de ser consumido hasta la última gota.

viernes, 9 de enero de 2009

El Club




Invitaban a todo el mundo a entrar en aquel Club prometiendo maravillas; era una auténtica innovación en el mundo de la comunicación, y cualquier persona medianamente sociable, moderna, interesada por la vida, por la cultura, por los acontecimientos más recientes, por cuestiones humanitarias, se encontraba en aquel lugar.

Ella aceptó la invitación, algo remisa, pensando que si bien estaba interesada por todo lo que ofrecían, también pensaba que no era el Club el único lugar donde podían encontrarse este tipo de actividades como ellos resaltaban en la publicidad. Sin embargo, enseguida, pudo comprobar lo divertido que era aquel lugar y al cabo de un tiempo olvidó aquellos inconvenientes que, en un principio, había supuesto que existían.

Al principio iba de vez en cuando, pasaba allí un rato y después se marchaba, pero a medida que iba conociendo más gente, estableciendo más contactos, participando en las numerosas actividades que proponían unos y otros, sentía la necesidad de estar más tiempo en aquel lugar… Cuando quiso darse cuenta, descubrió que cada vez pasaba más horas en el Club, abandonando de esta forma, otras actividades, de naturaleza creativa, que hasta entonces habían ocupado un lugar importante en su vida, y que se sentía presa de un extraño desasosiego si un día no acudía a esa "cita virtual"…

Cuando lo comentó con otros miembros, le restaron importancia intentando convencerla de que lo que ocurría es que se aburría si no contactaba con todos aquellos que ya habían pasado a formar parte de su vida cotidiano, que había que estar abierta a nuevas experiencias, cambiar la forma de pasar las horas libres para enriquecerse con aquellos contactos, así que siguió acudiendo al lugar, hasta que llegado un momento, un antiguo amigo al que hacía más de treinta años que no veía, la localizó fácilmente a través de los registros, y fue entonces cuando supo que sólo con estar inscrito en los mismos, se podía acceder sin ninguna otra premisa a la identidad y el perfil de cualquier persona, y aunque en ocasiones los nombres eran ficticios, siempre había alguna foto, algúna descripción o detalle susceptible de ser reconocido.

Fue entonces cuando comenzó a sentirse observada de una forma que no sabría definir, más allá de estos contactos inesperados, algo así como si unos ojos por encima de todos los demás siguieran cada uno de sus movimientos, incluso fuera del Club, aunque era más una sensación que otra cosa; ojos con muchas facetas que miraban en todas direcciones…Se sentía como atrapada dentro de una red imaginaria, difícil de definir, difícil de disolver.

Después de pensarlo, decidió marcharse sin dar explicaciones, y evitando influir en aquellos para los que el Club era algo importante...En principio era, supuestamente tan libre la salida como la inscripción, pero al borrar sus datos, sintió que algo de ella permanecía en ese lugar. Miró atrás cuando abandonó el recinto después de "retirar todas sus pertenencias" y se prometió no volver a caer de nuevo en cosas de este tipo.

Con el tiempo, ya fuera del Club, ha podido comprobar que no es la única que ha vivido esta experiencia, nada demostrable, pero lo que sí ha podido constatar, es que todos los que “abandonan” tienen un sueño común, recurrente, experiencias parecidas, y sobre todos estos detalles, persiste, en todos los casos, la sensación de…

Pero esto forma parte de otra historia…

lunes, 5 de enero de 2009

Todo pasa... (cuento sufí)


Este cuento que transcribo a continuación, es un canto a la esperanza, una máxima que alguien me descubrió hace unos años y que acude a mi recuerdo cuando el éxito o el fracaso llegan a mi vida, haciéndome saber que, en cualquier caso, lo único que permanece es la esencia, el Ser; lo demás forma parte de la experiencia que cada cual, de manera ineludible, hemos de vivir y que la única forma de vivirla para no quedarnos en el camino, es siendo conscientes de la enseñanza que contiene... Más allá de las apariencias.

"Un rey dijo a los sabios de la corte: —Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser muy pequeño de manera que quepa escondido debajo del diamante del anillo.

Todos ellos eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados. Pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudiera ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que era casi como su padre; también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por él.

El anciano dijo: —No soy un sabio, un erudito, un académico; pero conozco el mensaje, porque sólo hay un mensaje. Y esa gente no te lo puede dar; sólo puede dártelo un místico, un hombre que haya alcanzado la realización. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento por mis servicios, me dio este mensaje —y lo escribió en un papel, lo dobló y se lo dio al rey—.
No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.Y ese momento no tardó en llegar.



El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos le perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Y llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: del otro lado había un precipicio y un profundo valle. Caer por él sería el fin. No podía volver, el enemigo le cerraba el camino y ya podía oír el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante, y no había ningún otro camino...
De repente se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía: «Esto también pasará».


Mientras leía «esto también pasará» sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Y aquello pasó. Todas las cosas pasan; nada permanece en este mundo.
Los enemigos que le perseguían se deben haber perdido en el bosque, deben haberse equivocado de camino; poco a poco dejó de oír el trote de los caballos. El rey se sentía tremendamente agradecido al sirviente y al místico desconocido.


Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, lo volvió a poner en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes,... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: —Este momento también es adecuado: vuelve a mirar al mensaje. —¿Qué quieres decir? —preguntó el rey—. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. —Escucha —dijo el anciano—, esto es lo que me dijo el santo: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso; no sólo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: «Esto también pasará», y de repente la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que se regocijaba, que celebraba, que bailaba... pero el orgullo, el ego había desaparecido. Todo pasa.

Pidió al anciano sirviente que viniera a su carro y se sentara junto a él. Le preguntó: —¿Hay algo más? Todo pasa... Tu mensaje me ha sido de gran ayuda.—La tercera cosa que dijo el santo es: «Recuerda que todo pasa. Sólo quedas tú; tú permaneces por siempre como testigo».Todo pasa, pero tú permaneces. Tú eres la realidad; todo lo demás sólo es un sueño. Hay sueños muy hermosos, hay pesadillas... pero no importa que se trate de un sueño precioso o de una pesadilla; lo importante es la persona que está viendo el sueño. Ese vidente es la única realidad."

domingo, 4 de enero de 2009

2009: El mundo sigue en guerra...


Amanece un nuevo día del año 2009 y parece que nada ha cambiado; no quiero simplificar ni minimizar los hechos, por lo tanto, empiezo por admitir que, en cuestiones políticas, soy profana o ignorante, si así quiere verse, aunque por supuesto tenga mi opinión y mi ideología en este ámbito, porque me interesa todo lo relativo a la humanidad, pero prefiero situarla por debajo del hecho de ser una más dentro del mundo en que vivimos, dando prioridad a esto y a lo que esto implica.

El mundo sigue en guerra, aunque ésta se restrinja a Israel y Palestina, con apoyos y disidencias del resto del mundo, ¿Qué importa si están más lejos o más cerca?. Al fin es nuestra guerra, la del género humano, porque son seres humanos los que intervienen, los que sufren los que mueren…

Nadie debería sentirse ajeno en función de la distancia geográfica o de las fronteras o diferencias del tipo que sean, todos estamos implicados desde el momento en el que somos conocedores de su existencia, con independencia de donde se sitúen nuestras creencias o preferencias

La totalidad de un conjunto pierde cuando algo se desequilibra, se convulsiona o desaparece, y mayor desequilibrio que llegar a un conflicto bélico, entre seres supuestamente racionales, no puede darse.

Todos, como integrantes de este mundo, en cualquiera de las manifestaciones de vida que existen, perdemos con cada pérdida, sea esta de la naturaleza que sea.

¿No existe una solución posible?

¿De qué sirven las declaraciones de intenciones, los acuerdos, los organismos internacionales para, supuestamente, preservar los derechos humanos?

¿Alguien podría explicarlo?