Al alba, el sol, en su lucha por disolver la espesa niebla otoñal, tiñe el ambiente de reflejos dorados difuminando el paisaje .. Ella, con semblante agitado, busca el vagón del tren que le conducirá a un nuevo principio, mientras dirige por última vez, su mirada hacia el vestíbulo de la estación como símbolo de un pasado que abandona…
La niebla empieza a disiparse dando paso a la luz y sus ojos algo cansados pero aún así ávidos de nuevos paisajes, conducen la mirada más allá de la línea donde las vías se aproximan entre sí hasta acariciarse, buscando en el horizonte el punto donde confluyen cielo y tierra…Ocupa su asiento mientras, con lo ojos cerrados, evoca momentos, sentimientos, recuerdos guardados en lo profundo de su memoria. Pasan varias horas, horas de calma, de sosiego, de esperanza, mientras sigue alejándose de su propio pasado…
El tren se detiene, y pocos minutos después, continúa su marcha…
Aún con lo ojos cerrados, percibe que alguien ocupa el asiento contiguo, y reconoce su olor, su presencia.
Sonríe, mientras inclina la cabeza hasta apoyarla en el hombro de su acompañante, que a su vez inclina la suya hasta hacer descansar su mejilla en el plateado cabello…
Ella, sintiendo el contacto, sonríe de nuevo con la certeza de que aquellos que la quieren de verdad, aceptarán su marcha, sabiendo que todos, sin excepción, seguirán por siempre habitando su alma donde no existe el tiempo o la distancia donde todo es presencia, calor, sentimiento, donde habita el amor…
El brazo de su acompañante la rodea cálidamente por el hombro y como un susurro acariciante, la inundan sus palabras: Ha llegado el momento, amor; por fin ha llegado…
La niebla empieza a disiparse dando paso a la luz y sus ojos algo cansados pero aún así ávidos de nuevos paisajes, conducen la mirada más allá de la línea donde las vías se aproximan entre sí hasta acariciarse, buscando en el horizonte el punto donde confluyen cielo y tierra…Ocupa su asiento mientras, con lo ojos cerrados, evoca momentos, sentimientos, recuerdos guardados en lo profundo de su memoria. Pasan varias horas, horas de calma, de sosiego, de esperanza, mientras sigue alejándose de su propio pasado…
El tren se detiene, y pocos minutos después, continúa su marcha…
Aún con lo ojos cerrados, percibe que alguien ocupa el asiento contiguo, y reconoce su olor, su presencia.
Sonríe, mientras inclina la cabeza hasta apoyarla en el hombro de su acompañante, que a su vez inclina la suya hasta hacer descansar su mejilla en el plateado cabello…
Ella, sintiendo el contacto, sonríe de nuevo con la certeza de que aquellos que la quieren de verdad, aceptarán su marcha, sabiendo que todos, sin excepción, seguirán por siempre habitando su alma donde no existe el tiempo o la distancia donde todo es presencia, calor, sentimiento, donde habita el amor…
El brazo de su acompañante la rodea cálidamente por el hombro y como un susurro acariciante, la inundan sus palabras: Ha llegado el momento, amor; por fin ha llegado…
2 comentarios:
Un día tendré una recopilación de cuentos tuyos en mis manos.
Un beso
jajaaa, ami. Si algún día, por fin, me decido, serás de las primeras personas en tenerlo.
Un besito
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