Estaba fumando en la escalera de incendios de su lugar de trabajo. El paisaje invernal que abarcaba su mirada, era típicamente urbano si no fuera por unos enormes álamos que separaban unos edificios de otros dándole un aire diferente.
Mientras contemplaba la imagen, algo empezó a temblar, una especie de emisión de ondas, como si… Se quedó perplejo cuando se dio cuenta de lo que ocurría… Lo que estaba viendo era, el paisaje antes descrito pero superpuesto a otro completamente diferente, algo así como … Lo expresó en alta voz: ¡Un holograma!
Mientras intentaba distinguir el paisaje de detrás o lo que hacía de pantalla donde descansaba la realidad más externa, alguien, a su espalda, con un tono de voz grave, tirando a metálica, le interrogó: ¿Sabes que está prohibido salir a las escaleras de incendios?
Se sintió mareado, incapaz de darse la vuelta, y fue entonces cuando acudieron a su memoria las palabras que en varias ocasiones a lo largo de su vida, había oído pronunciar a su difunto padre: Hijo, no creas ni lo que ven tus ojos… Todo es pura apariencia, y seguía con un discurso que no quería recordar en ese instante…
Siempre interpretó las palabras del padre como una crítica de tipo social, pero ahora, justo en este momento en el que se sentía en peligro, inseguro, en manos de algo que no podía definir, acudían a su recuerdo…
Dio media vuelta y no pudo ver a nadie. ¿De dónde había salido, o mejor ¿Dónde estaba la persona a la que correspondía la extraña voz que segundos antes le había interrogado?
En ese momento sintió como si algo le absorbiera y le pareció entrar en un túnel blanco, gelatinoso; una voz gritaba su nombre a su espalda, pero la voz se alejaba a medida que él se relajaba dentro de ese túnel blando que rápidamente le absorbía…
Lo último que escuchó fue la voz de su compañero de despacho exclamar: ¡Un medico, rápidamente, llamar a emergencias! ¡Parece un infarto!
Entró en aquel jardín maravilloso y se dirigió al lago de aguas cristalinas que, unos metros más allá reflejaba la luz y el color de un atardecer de primavera. Sus padres, sonrientes y con actitud amorosa, le esperaban en la orilla y él devolviendo la sonrisa, feliz, echó a correr hasta llegar a la misma. Cuánto has tardado, hijo… El barco está a punto de partir…
Mientras les abrazaba emocionado, miró hacia el lugar de donde procedía, y le extrañó percibir una especie de movimiento en la lejanía, como una emisión de ondas que hacían que el paisaje del horizonte se desdibujara poco a poco…
No creas ni lo que ven tus ojos, le dijo sonriendo su padre… Todo es pura apariencia…
Mientras contemplaba la imagen, algo empezó a temblar, una especie de emisión de ondas, como si… Se quedó perplejo cuando se dio cuenta de lo que ocurría… Lo que estaba viendo era, el paisaje antes descrito pero superpuesto a otro completamente diferente, algo así como … Lo expresó en alta voz: ¡Un holograma!
Mientras intentaba distinguir el paisaje de detrás o lo que hacía de pantalla donde descansaba la realidad más externa, alguien, a su espalda, con un tono de voz grave, tirando a metálica, le interrogó: ¿Sabes que está prohibido salir a las escaleras de incendios?
Se sintió mareado, incapaz de darse la vuelta, y fue entonces cuando acudieron a su memoria las palabras que en varias ocasiones a lo largo de su vida, había oído pronunciar a su difunto padre: Hijo, no creas ni lo que ven tus ojos… Todo es pura apariencia, y seguía con un discurso que no quería recordar en ese instante…
Siempre interpretó las palabras del padre como una crítica de tipo social, pero ahora, justo en este momento en el que se sentía en peligro, inseguro, en manos de algo que no podía definir, acudían a su recuerdo…
Dio media vuelta y no pudo ver a nadie. ¿De dónde había salido, o mejor ¿Dónde estaba la persona a la que correspondía la extraña voz que segundos antes le había interrogado?
En ese momento sintió como si algo le absorbiera y le pareció entrar en un túnel blanco, gelatinoso; una voz gritaba su nombre a su espalda, pero la voz se alejaba a medida que él se relajaba dentro de ese túnel blando que rápidamente le absorbía…
Lo último que escuchó fue la voz de su compañero de despacho exclamar: ¡Un medico, rápidamente, llamar a emergencias! ¡Parece un infarto!
Entró en aquel jardín maravilloso y se dirigió al lago de aguas cristalinas que, unos metros más allá reflejaba la luz y el color de un atardecer de primavera. Sus padres, sonrientes y con actitud amorosa, le esperaban en la orilla y él devolviendo la sonrisa, feliz, echó a correr hasta llegar a la misma. Cuánto has tardado, hijo… El barco está a punto de partir…
Mientras les abrazaba emocionado, miró hacia el lugar de donde procedía, y le extrañó percibir una especie de movimiento en la lejanía, como una emisión de ondas que hacían que el paisaje del horizonte se desdibujara poco a poco…
No creas ni lo que ven tus ojos, le dijo sonriendo su padre… Todo es pura apariencia…
7 comentarios:
y lo que engañan las apariencias!...^^
me ha encantado la historia luz!.
Mi madre siempre me ha dicho que de lo que oiga no me crea nada, y de lo que vea la mitad.^^
me lo recordaste
un grab abrazo!!!!
ten un dia lindo^^
Jo, qué triste! Aunque por otro lado, si fuera cierto que nos reencontramos con algunos seres queridos....
Un besazo y buen fin de semana, amiga
LEO:
Tu madre tiene toda la razón porque, incluso a través de la propia experiencia, casi nada es lo que parece :))
Feliz finde. Un abrazo
Ami:
Pienso que, al otro lado, nos encontramos con aquello que trasciende a lo material, que el amor persiste más allá de la vida, y creo que, si por algo se nos puede valorar a los seres humanos es por lo que hayamos amado con todo lo que eso conlleva.
Yo casi firmaría por una muerte como la del protagonista del relato.
Un besito y feliz finde, amiga
Plantearse la entrada Al Otro Lado como un reencuentro con quienes tanto significaron en la vida de cada cual es reconfortante; una suerte de inmortalidad de los propios sentimientos. Otra cosa es que esa esperanza sea posible.
Quizás -sólo quizás- la muerte no sea sino un sueño eterno sin sueños; cerrar los ojos y desconectar las alarmas corporales que alertan al cerebro para vivir, exclusivamente, en el recuerdo y la añoranza de las personas que continúan haciendo llegar el oxígeno a sus pulmones.
Saludos.
De cualquier forma, "Una mirada", sea como sea ese tránsito al otro lado, nadie ha vuelto para contarlo, pero sospecho o deseo, al menos, poder encontrar o fundirme o fusionarme con la energía amorosa de aquellos que formaron parte de mi vida, y si no es así, como dices, viviremos en el recuerdo de los que aún habiten este mundo...
Un saludo
También sería ese mi deseo, Luz, aunque me inclino a pensar que es en este Universo de evoluciones/revoluciones, infiernos/paraísos, sonrisas/padecimientos donde reside el Principio y el Fin, aunque en todas y cada una de las personas habite la humanidad que alguna vez fue.
Dicen que el pensamiento/sentimiento es energía y que ésta "ni se crea ni se destruye; sólo se transforma..."; pero se trata, simplemente, de ese deseo de seguir, de continuar la Vida en una desconocida No Vida... Vivir. Seguir viviendo. Anhelo lógico, por otra parte, porque es en esta vida que ahora atesoramos donde habitan nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestras luchas... Y cuán difícil se nos hace desprendernos de todo eso.
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