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lunes, 22 de noviembre de 2010

LIBRE (El tren de la vida)


No siempre las cosas son lo que parecen o suceden tal como se espera, de modo que llegado al punto en el que se encontraba y aunque en principio se sorprendiera, no sin cierto dolor, por esa ausencia inesperada, decidió continuar sin hacerse preguntas o sentirse traicionado, a pesar de que por un corto intervalo de tiempo, sólo los instantes que tardó en decidir tomar el tren prescindiendo de la compañía, no pudiera evitar que alguna lágrima se deslizara por sus mejillas.

Aún así, volvió a mirar hacia el control de equipajes por si aparecía en el último momento, a continuación echó un vistazo al móvil y siguió adelante sin dudar…

Ya acomodado dentro del tren, cerró los ojos, respiró hondo y sintió que una ráfaga de ilusión le invadía por completo: Ya no esperaba nada...
*
¡Qué curioso! Se sentía completamente libre, pensando mientras disfrutaba de esa sensación, que no hacía más que un momento se había sentido casi decepcionado, abandonado por la ausencia de quien durante tanto tiempo estuvo a su lado, pero al decidir no detenerse, al no querer iniciar el proceso de lamentaciones que su ego le proponía, otro horizonte más sutil se había iluminado y ya casi no recordaba que tuvo que, en medio de la confusión del momento, reunir todas sus fuerzas, dejar atrás, casi sin tiempo para pensar, parte de aquel equipaje demasiado pesado para una sola persona y seguir adelante en solitario..

LIBRE…

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tantas veces quiero sentirme libre a lo largo de mi existencia...Pero el olvido del "yo", a veces Luz, supone el recuerdo de los que forman parte de tu vida, de los que te necesitan emocionalmente y sin ningún reconocimiento por su parte,convirtiendonos así, en seres invisibles e inexistentes , en fuentes de hidratación para ellos y sin ningún tipo de reconocimiento ni amor agradecido por su parte... Eso sí que es la pérdida del yo y la fusión con la nada.
Ojalá yo pudiera coger ese tren en soledad , pero para mí la soledad ,en este momento, sería un tesoro que se me niega en pro de quienes creen que me aman.
Besos de Nanita.

Anónimo dijo...

Posdata a mi comentario anterior: algún día aprenderé a dejar de mirarme el ombligo.
Nanita.

luz dijo...

Tranquila,Nanita. No pasa nada y, además todos tenemos derecho al pataleo, al desahogo e incluso a la rabieta.

No te preocupes.

Muchos besitosssssssssssss

Una mirada... dijo...

...y qué difícil es seguir adelante -o rezagarse- cuando la mano compañera de tacto casi imprescindible deja de palpar la nuestra.

Abrazos.

Anca Balaj dijo...

Si es que el apego no es más que ego. Ego disfrazado de amor, necesidad, o vete tú a saber qué. pero es ego.

Llevo un tiempo tratando de lidiar mi ego, pero hoy, con esta entrada, al hacer la relación ego-apego, me queda algo más claro todo. Gracias.

Besitosss

luz dijo...

Es dificil, Una mirada, hasta que se da el paso de aceptar que no hay nada eterno, valorando y agradeciendo lo vivido, pero sin vivir los finales como perdidas irreparables.

Claro, ésta es mi opinión personal y sólo está basada en mi experiencia.

Un abrazo

luz dijo...

Quizá, ami, como a veces hemos hablado, lo que ocurra es que confundamos amor con necesidad, cosa que invalida lo primero, metiéndonos, como bien dices, en el terreno del ego.

Creo firmemente en el amor incondicional, no sabría vivir sin él, aunque en el terreno de la pareja, resulte, a mí me ha ocurrido, prácticamente imposible, ni más ni menos que por el dichoso ego.

jajaja... Quizá si me lo preguntas un minuto antes del "viaje definitivo", pueda darte una respuesta.

Besitos