Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando… (Jorge Manrique)
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando… (Jorge Manrique)
Desde luego la existencia es un misterio, por muchas razones; una de ellas porque no conocemos, con absoluta exactitud de nosotros, más que el instante presente, echamos mano de la memoria para motivar lo que somos a través de lo que fuimos, pero el tiempo lo distorsiona todo, y lo que es peor, el ego maquilla los errores y los fundamenta para evitar el sufrimiento de diluirnos en el sinsentido, porque no debe haber nada peor que constatar que la vida no ha servido para nada, que se ha levitado por ella sin implicarse en la maravilla de vivirla.
Vivimos pensando que nunca se terminará esta etapa, no se nos enseña a “bien morir”, cosa que sólo se logra viviendo bien (según el criterio de cada cual), exprimiendo la vida como si de una fruta se tratase y tuviéramos que bebernos, de su jugo, hasta la última gota.
Particularmente pienso de vez en cuando en el final de mi vida sin temor alguno, como algo a lo que, más allá de mis circunstancias, llegaré feliz, con ganas, segura de haber cumplido con aquello a lo que vine a este mundo… ¿No sería maravilloso?
Me gusta pensar que si de verdad se vive con amplitud, si paso a paso vamos dibujando en el lienzo de la existencia aquello que vamos aprendiendo de nosotros mismos y de nuestro mundo a medida que vamos viviendo, la obra será perfecta, invisible a los ojos físicos, a nadie que no sea uno mismo, pero perceptible, nítida para nuestra mirada interior, de forma, que cuando llegue el momento, nos complazca el íntimo paisaje, y si los nuestros pudieran afirmar, que los amamos lo suficiente, que nunca echaron de menos nada que necesitaran de quien compartimos sus vidas, podríamos despedirnos con una sonrisa, y hallar en nuestra mirada, en nuestro semblante, hasta en el último aliento, que la paz ilumina esta etapa por efecto de lo que fuimos.
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Y como dicen que los deseos se cumplen, espero que así sea, y cuando llegue el momento, poder lucir mi mejor sonrisa, ésa para la que intento prepararme a cada paso.
Y como dicen que los deseos se cumplen, espero que así sea, y cuando llegue el momento, poder lucir mi mejor sonrisa, ésa para la que intento prepararme a cada paso.
8 comentarios:
Yo deseo dos cosas para ese último instante: saber que la he vivido y sentir que es hora de irse. Con esto me conformo.
Un besazo, amiga
Pues lo mismo que yo, ami, porque eso significaría que hemo cumplido con el objetivo de la vida que es vivirla, con lo que esto significa, hasta el momento de marcharse.
Otro beso para tisss ;)
P.D. Ya no trabajo hasta el lunes, que mañana también es fiesta aquí. je, je
Creo firmemente que es más fácil asumir nuestra propia muerte -independientemente de las fases que atravesamos hasta asimilar que no hay vuelta atrás- que la de quienes comparten con nosotros/nosotras venturas y/o tristezas.
O esa es mi percepción. Personalísima, por supuesto.
Quien conoce la proximidad de su propia muerte, se debate, quizás, en la incertidumbre -que los seres humanos, como bien dices, no están educados para aceptar esa lógica biológica del nacer para morir-; quien recorre la Senda Hacia la Muerte de uan persona amada camina con el desgarro del dolor en todos los ángulos de sus células.
Tal vez nuestro prpio deceso sea el menos doliente, por aceptado o por dejado a un lado en aras de la propia esperanza que nos convierte en seres mortales con ínfulas de inmortalidad.
Saludos.
Espero que el premio que te espera en mi blog te dibuje una sonrisa. Un saludo!
Así es, "Una mirada", es más fácil asumir el propio final que el de aquellos que amamos, sin embargo deberíamos aprender que hay algo que no muere ni con todos los finales que es el amor que nos une a los nuestros, y ser conscientes de que el paso por este mundo tiene fecha de caducidad para todos. El problema es el cuándo...
Un saludo afectuoso.
Gracias, por tu amabilidad al pensar en mí, Maga Viajera.
Aún conservo esa sonrisa.
Un abrazo
Sí, pero resulta difícil, Luz.
Ciertamente, "Cartujerías", despedir a quienes amamos puede que sea la lección más difícil de aprender en este mundo,en especial si consideramos que no es el momento, pero ¿Qué momento es el adecuado para eso?
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