Hace poco hubo algo que me produjo un sonrojo profundo, al ser testigo -en una reunión en la que se advertía a varios integrantes de un equipo del mal funcionamiento del mismo- de la crítica despiadada sobre alguien que no estaba presente, que no tenía ocasión de defenderse. Si bien lo que se comentaba era, en parte real, sentí la indefensión de esa persona en forma de tristeza, de vergüenza por la desfachatez de quienes lo hacían, y desde luego no pude guardar silencio.
Y es que tenemos la fea costumbre de buscar culpables para todo, de pensar que somos el centro del universo y para nosotros todo está justificado, sin considerar que el que supuestamente nos perjudica, de una u otra forma, por lo general no lo hace de manera consciente, que tiene su propia vida, sus preocupaciones y problemas y tanto derecho a errar como cualquiera.
Detesto los castigos velados en forma de críticas, el culpar al otro para exonerarnos a nosotros mismos, el cotilleo y eso tan manido de “ Te voy a contar algo por ser tú, pero no se lo digas a nadie…” ¡¡Si no quieres que nadie lo sepa, no lo cuentes!!
La vida cotidiana podría ser mucho más sencilla, mucho más amable, si pensáramos un poco en que los demás son tan humanos y tan susceptibles de fallar como nosotros mismos y aceptáramos, como premisa, que nuestros propios errores tienen tanto peso como los ajenos.
Y es que tenemos la fea costumbre de buscar culpables para todo, de pensar que somos el centro del universo y para nosotros todo está justificado, sin considerar que el que supuestamente nos perjudica, de una u otra forma, por lo general no lo hace de manera consciente, que tiene su propia vida, sus preocupaciones y problemas y tanto derecho a errar como cualquiera.
Detesto los castigos velados en forma de críticas, el culpar al otro para exonerarnos a nosotros mismos, el cotilleo y eso tan manido de “ Te voy a contar algo por ser tú, pero no se lo digas a nadie…” ¡¡Si no quieres que nadie lo sepa, no lo cuentes!!
La vida cotidiana podría ser mucho más sencilla, mucho más amable, si pensáramos un poco en que los demás son tan humanos y tan susceptibles de fallar como nosotros mismos y aceptáramos, como premisa, que nuestros propios errores tienen tanto peso como los ajenos.
4 comentarios:
Es que todo esto en verdad no viene de ser incapaces de ver a los otros como humanos susceptibles de errar, sino de no aceptar que también cometemos errores. 2Si este equipo falla, no se lo digas a nadie, pero es por menganito", pero somos incapaces de admitir que todo es cosa de todos y tampoco hemos hecho lo que teníamos que hacer, aunque sea para ayudar al tal menganito a hacer mejor su parte. Nos complacemos con los fallos de los demás, porque esto nos distrae de ver los propios fallos.
Que tengas una buena semana, amiga (yo sigo de finde). Un beso
Así es, ami. Culpar a los demás, es una manera de no hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad en el asunto.
Y ese tipo de cotilleos, en lugar de arreglar nada, define a las personas.
Lo mismo te deseo (no sabes la envidia que me das :)
...más tú sabes, Luz, que el cotilleo es un deporte con más aficionados que el fútbol.
No es inusual, incluso, que personas que descuartizan al prójimo cuando éste no se halla presente, le hagan reveencias, con idéntico entusiasmo, cuando la persona criticada se halla en el grupo.
Feo vicio, sin duda, y pésima actitud.
Saludos.
Cierto, "una mirada", es un juego sucio e hipócrita que me asquea, por lo que tiene, precisamente de falta de respeto contra el otro; una las pocas cosas contra las que soy verdaderamente intolerante.
Saludos
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