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sábado, 9 de mayo de 2009

El último adios (parte IV)


Mientras Pablo y el guía se alejaban hacia el río con la misión de volver con el dinero solicitado, María y Fernando fueron atados de manos y conducidos hasta una especie de cabaña de dimensiones reducidas donde, después de inmovilizarlos, les encerraron con la advertencia de que si intentaban escapar no dudarían en dispararles, pero a los pocos minutos, la puerta, cerrada con varios candados se abrió y se llevaron a María sin mediar palabra ni dar explicación alguna. Fernando no sabía qué pensar mientras el atardecer llenaba de sombras el pequeño espacio donde se encontraba.


Al caer la noche, su nerviosismo iba en aumento; analizaba por qué, un hombre de paz como él, alguien que nunca había tenido ningún problema con sus semejantes y menos aún con la justicia, se encontraba en aquella situación tan complicada. Se prometía a sí mismo mil cosas cuando saliera de aquello; en primer lugar no volverse a fiar de nadie que no conociera, y desde luego terminar cualquier contacto con aquella pareja cuyas actividades y comportamiento le resultaban tan extraños, aún así estaba preocupado por la suerte que hubiera podido correr María puesto que el pelaje de los individuos era como para no confiar en absoluto.


Su preocupación fue aumentando a medida que pasaba el tiempo pues pasó la noche, amaneció y allí no apareció nadie; había estado intentando soltase las amarras que le inmovilizaban pies y manos pero no le fue posible y la piel de las muñecas, ya erosionada por el forcejeo, empezaba a presentar un aspecto enrojecido y a doler.


El sol iluminaba ya el pequeño habitáculo cuando alguien entró y le desató las manos, ofreciéndole un poco de agua para beber. Fernando se sentía tan agotado, tan deprimido que bebió un poco de la botella y volvió a tumbarse con los ojos cerrados resignado a lo que pudiera ocurrir a partir de aquel momento. El carcelero, que hablaba en portugués dijo algo así como que iban a esperar un poco más pero que su vida dependía del pago de la deuda. A partir de aquel momento, el cansancio, el calor, y el estado de ánimo de Fernando le provocaron como una especie de pesada somnolencia que le mantuvo lejos de aquella extraña situación.


La siguiente vez que tuvo contacto con la realidad fue de nuevo al anochecer cuando volvió a escuchar el sonido de la cerradura dando paso a dos de los individuos que le retenían. Uno de ellos se acercó a él y le soltó manos y pies mientras el otro sin dejar de apuntarle con un fusil; le dijo que podía marcharse y le dio una cantimplora con agua y la mochila que él llevaba cuando les apresaron. Preguntó por María y le contestaron que la habían soltado cuando el extranjero y Manuel pagaron la deuda hacía unas horas; salieron de la cabaña y, una vez fuera, en medio de una noche sin luna, le dijeron que bajara en línea recta hasta la orilla del río que allí le esperaba alguien para llevarle hasta el hotel.


Fernando comenzó a caminar en la oscuridad, alumbrado únicamente con una pequeña linterna que encontró en su mochila. Tenía la sensación de estar perdido en algún lugar de la nada, completamente desorientado y a la vez lleno de rabia e impotencia por la situación vivida.
Siguió caminando hacia el lugar indicado en busca de quien pudiera sacarlo de aquella pesadilla, y hasta el sonido de sus propias pisadas le parecía amenazante.


Al llegar a la orilla no vio nada y su ánimo comenzó a decaer aún más preguntándose qué haría, cómo conseguiría salir de aquel lugar inhóspito, desconocido para él, cuando pudo percibir la luz de una antorcha unos metros más allá y alguien que por señas le indicaba que se aproximara. Era Manuel, el guía, quien le invitaba a subir a una zodiac para llevarle junto a sus amigos.


Cuando bien entrada la tarde llegó por fin al hotel, se dirigió inmediatamente a su habitación para asearse y descansar, con la idea de marcharse de aquel lugar en cuanto pudiera conseguir un billete de avión. Al entrar en su habitación, encontró a María visiblemente afectada por lo sucedido, sin parar de disculparse, de decir que aquella situación les había sorprendido tanto como a él, que Fernando estaba siendo asistido en un centro hospitalario debido a todo lo sufrido… La interrumpió asqueado y simplemente le dijo: Sal de mi habitación; ni siquiera me interesa la historia que tengáis que contarme, sólo quiero olvidar todo esto y seguir con mi vida.


Ella intentó hacerle comprender, pero Fernando, levantándose del sillón donde descansaba, se dirigió a la puerta y, sujetándola abierta, la invitó a salir de su habitación y de su vida para siempre.


Llamó a la recepción del hotel pidiendo algo de comer y encargando que le gestionaran la compra de un billete con destino a Madrid lo más rápidamente posible, además de la factura correspondiente. Mientras tanto, se dio una larga y relajante ducha incapaz de pensar o decidir nada en ese momento, su único deseo era verse de nuevo en su país, en su casa, descansar y olvidar aquella pesadilla. (continuará)

7 comentarios:

Una mirada... dijo...

Inquietante experiencia para una persona con una vida tan serena y arrítmica como Fernando.

...y prosigue la incertidumbre y la dosificada intriga.

(Ya estoy esperando, Luz, la siguiente entrega).

Anca Balaj dijo...

Graciassssssssss!!!! Estaba ya desesperando, lo sabes, jajaja.

Bueno, pues lo que le pasó a Fernando es que no hizo caso de uno de los primeros consejos que te dan los papás: no te vayas con extraños.

Esperemos que en la próxima entrega el pobre ya recupere su vida y sepa de qué pie cojeaban estos dos, que eran de todo menos hermanos.

Un besazo

luz dijo...

jajajaa (risa hisérica), "Una mirada", ami:

El problema de este relato es que es un poco extenso, y creo que al resumirlo, porque era lo único que podía hacer para publicarlo en el blog, se han perdido detalles importantes, y además, a medida que publico, me gusta menos este resumen por lo que os decía, pero voy a terminarlo para que, al menos se vea el desenlace.

Besos para los dos y gracias

Blau dijo...

He tenido que leerlo desde el principio, qué intriga! Aunque la primera parte no la entendí cuando lo deja todo y coge el avión.... Espero la continuación.
Un saludo.

luz dijo...

Gracias por molestarte en leer todo Blau.

Lo que ocurre, es que el relato empieza por el final de la historia, cuando el protagonista toma una decisión impulsado por las experiencias vividas.

Un saludo

leoriginaldisaster dijo...

cada vez lo pones mas interesante luz^^
es una alegria poder leerte^^

un beso grande y buen día:)

luz dijo...

Gracias, LEO.

Tengo ya ganas de terminarlo y desvelar el desenlace, porque, como decía, el resumen del relato me está costando.

Besos y mucha felicidad