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sábado, 6 de noviembre de 2010

Vida y muerte...


Llegamos solos a este mundo y también nos vamos solos, y aunque haya quien lo entienda de una manera trágica, tiene su parte de belleza ya que sólo podemos entrar tal como somos y salir de la misma forma; en estos dos momentos no hay disfraces, adornos ni mentiras…

Vida y muerte son partes de la misma energía, la de la existencia que sería imposible sin alguna de las dos, por lo tanto querer aislarlas o separarlas es un error absurdo…

Nuestra cultura ignora la muerte como si no existiera, como si fuera el desenlace fatal de la vida, quizá porque se identifique con el fin y aunque algo de verdad hay en eso, sería únicamente el final referido a una etapa, pero está más que demostrado que también hay vida en lo que entendemos por muerte, aunque sea otro tipo de vida que no incluye la existencia tal como la concebimos asociada a la individualidad, a la particularidad…Sería una vida que alimenta o genera otra, la energía que nos anima dispersándose o más bien dirigiéndose a integrarse en otra, en una escala diferente, eso sí, pero existiendo en otro nivel…

Otra cuestión sería qué dirección o destino adopta esa parte de energía que nos ha identificado y diferenciado de los otros, a la que hemos pertenecido, y aunque no es el tema al que me refería, quizá parte de su destino descansa en el recuerdo, en el amor, en el corazón de aquellos con los que nos compartimos, lo demás entraría dentro del apartado de las creencias o del misterio del más allá…

2 comentarios:

Una mirada... dijo...

Efectivamente, Luz. La Vida no es sino aquello que separa el nacer del morir. El intervalo entre el Antes y el Después. Quizás -sólo quizás- sea un tránsito. Pero, en cualquier caso, es el único estadio biológicamente comprobable/comprobado.
Estamos. Somos. Sentimos. Y nos sienten.
Disfrutamos. Penamos. Recordamos. Olvidamos. Amamos. A veces, hasta aborrecemos.
En ocasiones nos creemos frágiles hasta que determinadas circunstancias desentierran una fortaleza desconocida lanzada desde el abismo donde habitan algunos fantasmas que pretendemos ignorar.

La mayoría de las veces nos creemos virreyes del Universo, aunque para ese entorno sin medidas temporales y espaciales poseamos el mismo valor que una invisible partícula de polvo.

Somos, y la Madre Tierra lo sabe bien, los mayores depredadores.
Somos amorosos y crueles. Pero, también, los únicos seres de la Naturaleza conscientes de nuestros actos y, como consecuencia, capaces de transformar el horror en placer.

Quizás nunca morimos del todo y esa energía pervive en algún agujero negro... O quizás esa energía no es sino un deseo, un sueño, una idea de neoinmortalidad a la que nos aferramos porque no nos resignamos a desaparecer del todo. O tal vez sólo el recuerdo de quienes transitaron con nosotros nos mantenga, en cierta manera, en una Vida por la que ya no transitaremos...
Yo, que sólo creo en lo tamgible y constatable, me conformo con haber vivido.

Besos.

luz dijo...

Mis creencias, Una mirada, no difieren mucho de las tuyas en cuanto a ese después de la vida. Lo que sí es seguro, por lo que yo siento con mis seres desaparecidos, es que permanecemos en en la memoria del corazón de aquellos a los que amamos y también que lo que queda, a nivel biológico, aunque sólo sean restos minerales, se integra de alguna forma en la vida.

No sé qué puede ocurrir con nuestra identidad por dar un nombre a lo no material, por eso, creo que lo mejor que se puede hacer es vivir de la forma más intensa que sepamos.