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viernes, 19 de marzo de 2010

El momento más oscuro de la noche de la vida


No estaba segura de querer abandonar aquel desierto ilimitado en el que llevaba casi tres meses. Había llegado sin saber cómo y cuando intentaba recordar, sólo acudían a su memoria vagas imágenes de un ayer incierto, bocetos de paisajes sombríos de lugares desconocidos en los que una figura (¿ella misma?) vagaba de un lugar a otro con los brazos extendidos como queriendo encontrar un solo limite, pensando que si lo hallara, podría descubrir o más bien construir un sendero que la condujera a algún lugar, un lugar concreto en el que poder descansar; y quizá si esto fuera posible, podría pensar, podría saber...

¿Quién soy? Se preguntaba una y otra vez… Y entonces, sólo entonces acudían a su mente secuencias de imágenes superpuestas, y las arenas de aquel desierto se convertían en siluetas, una multitud de sombras; todas a su alrededor, todas desconocidas, como negativos de una película muda que, en un instante la atravesaban para volver a desaparecer…

Por momentos pensaba que había muerto y que se encontraba en una especie de dimensión desconocida dentro del mismo espacio: otros mundos dentro del mundo que un día creyó habitar.

En otros momentos, le parecía que una especie de flash iluminaba el desierto puede que fuera un relámpago, pero el fogonazo no se mantenía lo suficiente como para poder situarse en el espacio y permanecía inmóvil, callada, con los ojos muy abiertos por si podía conservar en sus pupilas aunque sólo fuera un leve reflejo de la luz perdida.

En realidad no sabía si lo mejor que podía sucederla era poder recordar ¿Para qué? Los recuerdos se sitúan en el pasado y con esto, lo máximo que podía conseguir era darse cuenta de que ya no era quien fue …

Era difícil sentirse viva en aquel lugar… No, mejor no sacar conclusiones… Quizá debiera simplemente esperar.

“El momento más oscuro de la noche de la vida ocurre un instante antes del amanecer: Eso fue lo único que consiguió recordar” Pero esta vez algo se movió en su interior…

Esperar …

9 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Ay... esperar. Pero el que espera desespera, dicen. Yo no sé por qué el esperar se me da tan mal, lo único que puedo hacer en casos así es pensar que no estoy esperando en realidad, sino haciendo ya el camino. Prefiero transitar que esperar.

¿La estoy liando más?

Un besazo

luz dijo...

No, ami... No lías nada... Creo que la espera, aunque pasiva, es una puerta abierta

Muchos besitos

Una mirada... dijo...

...quizás esa inconsciencia del presente real devenida en desierto y siluetas amorfas la protegía -o así lo sentía ella- de una realidad que intuía fuera de ese entorno donde vida y muerte parecían carecer de fronteras.

...quizás, el temor a conocer el antes de ese ahora en el que moraba, la retenía en esa perceptible sedación que la ausentaba de lo que alguna vez fue una vida común.
(La mente, en la mayor parte de las situaciones confusas e impactantes, suele actuar como madre solícita y protectora que levanta un muro de contención contra los recuerdos convulsos.)

Un texto, sin duda, para meditar y desentrañar.

Mis afectos.

luz dijo...

Gracias "Una mirada". Es posible, sí... La grandeza de todo esto es que, en ocasiones, vuestros comentarios llegan a abrir puertas por las que la luz del entendimiento ilumina aspectos que, aún estando presentes en el texto, permanecían en sombras.

Un abrazo

Una mirada... dijo...

Comentaba una vez el cineasta Carlos Saura el asombro que le producía escuchar a críticos y espectadores disertar sobre determinadas imágenes simbólicas de tal o cual película suya. Y le asombraba, decía, porque no recordaba haberse planteado ningún significado específico y oculto ni, mucho menos, un mensaje subliminal en aquellas imágenes concretas tan comentadas que parecían tener más relevancia que el conjunto de la película.
(Y eso lo decía el Saura que, película a película, terminó siendo considerado genuino representante del cine simbólico…).

Y es que, Luz, cuando un texto -un lienzo, una película…- se hace vida ante los ojos de quien observa, las palabras -las pinceladas, las tomas…- se incorporan al planteamiento personal del observador y, desde esa perspectiva, son reinterpretadas.

Otro abrazo.

Salomé dijo...

Somos libres. Tenemos por lo menos la libertad suficiente para dejarnos liberar de todos los hilos que nos "atan", como marionetas determinadas por otros, convertidos en perfectos inconscientes que pasan por la escena pero que al terminar, se derrumban inconsistentes, amontonados y grotescos cuando nadie tira de sus hilos.
Cada ser humano es único e irrepetible.
Desgraciadamente, al crecer, vamos perdiendo contacto con nuestras posibilidades interiores, de ser nosotros mismos. La racionalidad, la eficacia, la competencia la "exteriorización" nos alejan de nuestra realidad.
De este modo nos convertimos en "adultos", con papeles secundarios, y ajenos a nuestra verdadera naturaleza: y así nos convertimos en negociantes, en escritores, recaudadores, ministros o reyes.
Ordinariamente, al crecer, nos vamos empobreciendo, nos pasamos el día habituados a la esquina de una calle donde pedimos lo que nadie puede darnos. (N. Caballero)
Luz: en la profundidad de tus escritos, no pareces superficial, no te dejarás manejar fácilmente, y quizá esta etapa la tengas bastante superada, por lo que darás paso al "misterio", a algo que calla dentro de cada uno" y que espera a que lo descubramos para revolucionar toda nuestra vida. A esa parte que calla, yo le llamo Dios, revelado por su Espíritu en todos los tiempos y por la persona de Jesús. Cuando aflore esa profundidad que somos en verdad, alterará todos nuestros valores caducos y efímeros, formados en el frecuentemente aburrido acontecer de la vida diaria. Nuestra naturaleza profunda nos dice que Dios es nuestro lugar definitivo.

luz dijo...

Salomé:Gracias por tus palabras...

Sí, aludes a ese "misterio" que entiendo como mística, y tienes toda la razón: Ver lo que vivimos desde ese "lugar" o desde esa perspectiva es volver a ser nosotros mismos; sin disfraces impuestos: Volver a SER...

El nombre es lo de menos; lo importante es la esencia.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Pues yo creo que el que espera no desespera, sinó que vá aceptando su propia realidad y dando paso al presente que Dios quiere de él o al Ser del que formamos parte y que vá cambiando nuestra realidad en la medida que con-vivimos en El y nos aceptamos.
Saludos de Sorella.

luz dijo...

Como decía en otro comentario, Sorella, el hecho de esperar lleva implícita la posibilidad del encuentro; esperar, de esperanza

Una luz, por pequeña que sea, acaba con la oscuridad

Gracias. Un beso