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domingo, 27 de marzo de 2011

Jueces


El ser humano tiene una facilidad pasmosa para juzgar gratuitamente al otro y este hecho parece que a ese “juez improvisado“, le convierte en un ser perfecto, inmune a la crítica, por encima de esos seres imperfectos… Pero eso no es cierto….


Si hay algo que aprecio en las personas y que considero un valor, es la capacidad de compasión para con los demás, eso que hace que podamos ponernos, aún contemplando un hecho objetivamente reprobable, en el lugar del otro, pero no porque sí, tontamente, sino, simplemente, reconociendo que cada cual ha cometido a lo largo de su vida algún acto del que no está precisamente orgulloso, y quien diga que no es así habiendo llegado a la edad adulta miente. Incluso en el caso de que nos encontráramos con alguien cuyo comportamiento hubiera sido impecable, esta persona debería tener en cuenta que podría sucederle en el futuro porque todos somos susceptibles de fallo, y es precisamente eso lo que nos hace humanos; de lo contrario no estaríamos en este mundo.


Cuántas veces he oído afirmar eso de “Yo no me arrepiento de nada” ¡Pues yo sí! Me arrepiento de todo aquello que haya causado dolor a otros, lo que no significa que no haya sido algo que, con el tiempo, no me haya hecho aprender, de forma que en una situación similar, esa experiencia pasada me haya conducido a actuar de forma diferente.


Por lo tanto creo que es mejor abstenerse de juzgar, aunque se puedan tener, ¡cómo no!, opiniones propias, que para juzgar está la justicia y no sólo la humana…

miércoles, 23 de marzo de 2011

"Normalidad"


Todos sabemos que los dolores duelen, pero hay que distinguir entre los físicos y los emocionales, que aunque puedan estar relacionados, sería un tema de largo desarrollo para un solo post.

Hablando de los emocionales, es cierto que a nadie le agradan los contratiempos, los problemas ni las situaciones que desbaratan ese orden que establecemos cuando la vida sigue un curso lineal, lógico, previsible; eso que interpretamos como cotidiano, pretendiendo que dure para siempre y deseando interiormente, que las sorpresas si aparecieran, fueran siempre motivo de felicidad, o como poco, de alegría.

Sin embargo, considerando lo imprevisible de nuestro devenir, deberíamos contar con que los problemas, contratiempos y demás variaciones sobre lo que erróneamente consideramos “normal“, surgirán a lo largo de ese camino que emprendemos al llegar a este mundo.

Con el tiempo, como siempre comentamos, nos damos cuenta de que, abundando en el mismo error de etiquetar con lo de “normalidad” a lo estático, todo aquello que, según esta errónea teoría incluiríamos en el “apartado de lo que no es normal”, es lo que nos hace avanzar, aprender y por lo tanto evolucionar, así que, siendo conscientes de que esto es así, podríamos admitir que lo que de verdad no sería normal, es que no nos ocurriera nada que se saliera de lo cotidiano, cosa que nos llevaría a ser una especie de autómatas sin ninguna capacidad de análisis o reflexión y además unos seres verdaderamente aburridos e inmóviles emocionalmente hablando.

En conclusión que el admitir todos esos hechos “anormales” a medida que vayan apareciendo, sería una forma de paliar ese dolor emocional del “Por qué a mí-No me lo merezco-No contaba con ello” e incluso ilusionarnos con el resultado de la experimentación consciente de los mismos, asumiéndolos y viviéndolos con el debido respeto y atención, nos conducirá a tornarnos seres más evolucionados y por lo tanto más valiosos y divertidos.

Por lo tanto, ¡Adelante con todas esas variaciones: bienvenidas sean!

sábado, 19 de marzo de 2011

Entrega (Y III)


Mientras tomaba el café, pensaba en esa propuesta sobre la que tendría que decidir. La vida había sido buena con ella, no por la ausencia de sucesos que podrían considerarse traumáticos sino por todo lo que de ella había aprendido. Sabía que cualquier hecho inicialmente amargo una vez aceptado y vivido en su totalidad, se convertía a lo largo del tiempo en una experiencia insustituible; había aprendido a ver las cosas con una perspectiva real, alejada del ego. Y no es tanto mérito mío, se dijo, sino del propio destino.

Si al menos esos cambios no alteraran la vida de otros, se repitió una y otra vez… Quiero a los míos por lo que son y ellos a mí por lo que soy… Ni ellos, ni yo, ni nuestro mundo, serían lo mismo…

La decisión estaba tomada… Mañana, hoy ya, sería su cumpleaños y celebraría el estar viva, el llegar adonde había llegado… No tenía seguro más que el ahora y en ese ahora sentía paz, plenitud… Su vida había sido una más, sin grandes acontecimientos, sin grandes logros, pero llena de honestidad aunque con distintas etapas de acuerdo a su nivel de conciencia.

Hacía muy poco, pensó, he corregido un error, una injusticia que he arrastrado por egoísmo a lo largo de un tiempo. He sido capaz de la renuncia personal para restituir el mal que había provocado… No necesito oportunidades extraordinarias, exclamó en alta voz…


Sólo necesito la vida, sólo necesito querer Ser…

Sonrió…

¡Eso ya lo tengo!

Se dirigió hacia el ordenador decidida… Tiró del PenDrive y al hacerlo se esfumó entre sus dedos…

Volvió a sonreír por dentro y por fuera

Se metió en la cama y pensó: Mañana es sábado y celebraré la vida como nunca lo he hecho.


Después se quedó dormida, profunda, plácidamente…

domingo, 13 de marzo de 2011

Entrega II


Sí, como le dije soy yo. Bien, pues ésta es la entrega, y el mensajero alargo su mano ofreciendo a L. P un pequeño sobre de burbujas. Firme aquí añadió. Esto es todo? Pues qué esperaba? Ahora, con su permiso nos retiramos que por hoy ya hemos tenido bastante. Espero que le sea de utilidad.

Después de cerrar la puerta y de acompañar a su sorprendida madre al dormitorio, mientras la anciana murmuraba: ¡Qué cosas más extrañas te ocurren, hija mía! yo no he visto nada igual... Se dirigió a su habitación y cerró la puerta trás de sí...

Sin perder un segundo abrió el sobre. En su interior había un Pen Drive normal, de color violeta. Le extrañó únicamente, lo extremadamente ligero que resultaba; era como tener una pluma, su volumen no era proporcional al peso. Como es lógico, le faltó tiempo para insertar el dispositivo en su ordenador...

Al abrirlo, lo primero que vio fue un texto en el que decía: De acuerdo a la petición por usted formulada, le enviamos el cuestionario previo a la concesión de la misma.

Pero qué petición? Pues vaya historia! Me estaré volviendo loca?

Abrió el archivo nº 1 en el que rezaba "Cuestionario Previo", no sin antes observar que había otros dos archivos numerados. Al menos, pensó, me enteraré de qué va este asunto...

Las instrucciones eran claras, contestar las peguntas por orden, no saltarse ninguna respuesta porque esto invalidaría el cuestionario; a continuación pasar al archivo número dos y al terminar el último dar a "enviar"

Algo confusa abrió el archivo número uno y por simple curiosidad empezó a leer y a responder a las preguntas, casi todas ellas de carácter moral, filosófico, espiritual, de actitud vital... Eran veinte las que contenía ese primer archivo.

Al terminar de contestarlas, el Pen Drive cambio de color y el segundo archivo se abrió a la vez que sonaba una melodía que le resultó familiar.

Comenzó a leer el segundo archivo que empezaba con: " ¿Qué harías si...? Y a continuación se planteaban tres situaciones diferentes cada una de ellas con tres posibles respuestas y por si la elección no estaba incluida entre ellas, un espacio en blanco para hacer un planteamiento diferente. Eso fue lo que ocurrió, de manera que empezó a escribir hasta terminar ese segundo cuestionario y al hacerlo, continuó con el tercero y último en el que se enumeraban tres circunstancias que habían marcado su vida estableciendo un antes y un después y cómo las había resuelto..

Al llegar al último punto del tercer archivo, se quedó paralizada, temblorosa… Las lágrimas inundaron sus ojos…

La propuesta que se le hacía era la de volver a vivir corrigiendo todo lo que considerara que había sido un comportamiento erróneo en su vida, Mientras le recordaban tres ocasiones en las que interiormente había expresado ese deseo…
¿Por qué a mí? Si pudiera volver atrás…
*
Sólo tenía que pulsar “Enviar”. Sus dedos temblaban y su mente sopesaba a gran velocidad qué consecuencias podrían derivarse de aquel cambio… Era la oportunidad de su vida, tantas cosas podrían restituirse… Y todo lo que acudía a su memoria coincidía con esas ocasiones en las que se había sentido inerme, presa de la de la injusticia, de la desesperación. Como aquella en la que su imagen quedó gravemente dañada por una mentira que sobre ella se vertió… Sin embargo pensó… No soy yo la única protagonista de mi historia…

Su dedo seguía temblando colocado encima de la tecla “Intro”…

Presa de una gran inquietud decidió tomarse un descanso y dio a “Guardar como”.

Se dirigió a la cocina a prepararse un café… (Continuará)

sábado, 5 de marzo de 2011

Entrega (I)



Mientras leía el epílogo de su libro con ganas de terminarlo para irse a la cama, el reloj de pared acabó de dar las 12 campanadas correspondientes al fin del hoy y el comienzo del mañana. Al segundo siguiente, sonó el timbre de la puerta y ella se sobresaltó, exclamando entre dientes:¿Quién demonios llamará a estas horas?

Se asomó a la mirilla y como si quien se encontraba al otro lado la hubiera visto, escuchó una voz algo metálica: “¿Es usted L.P?. Sí, contestó: ¿Qué desea?

¿Puede abrirme, por favor? Pues, mire, respondió ella: Es que no son horas y no estoy presentable. Sólo serán unos minutos contestó su interlocutor. Vuelva mañana añadió L.P. Y se retiró sin más, hacia la salita en la que había abandonado la lectura que tenía entre manos antes de la llamada.

Cuando estaba a mitad de camino, oyó el timbre del teléfono… ¡Vaya nochecita! Exclamó en alta voz… La puerta, el teléfono…¿ Síiii? Oigaaa, (La mismísima voz de la puerta…) Me parece muy bien que tome sus precauciones a estas horas del día, pero es usted la que quería vernos; al menos, así nos consta en nuestro tablet de entregas…

Por favor, añadió… Ya que nos hemos desplazado hasta aquí, al menos podría atendernos. Mañana quizá sea tarde …

¡Pero bueno! ¡Me puede decir de qué se trata? Yo no recuerdo haber llamado a nadie.
¿Quién es usted? ¿Una entrega a estas horas de la madrugada?

Oiga señora atendemos un servicio de 24 horas, y yo sólo soy un “mandao“, un mensajero de los de arriba…

¿De los de arriba? Para empezar no hay nadie arriba…

Mire, si le parece, le dijo el hombre sin hacer caso de la apreciación, yo les digo a los jefes que usted no ha querido atendernos… Sepa, usted, que yo no tengo ningún interés personal ¿Eh? A mí me pagan el desplazamiento, y aquí paz y después gloria…”

Ella, con la curiosidad picada por tanto despropósito, tomó un bastón de escalada de su difunto padre que era lo único que tenía a mano en un paragüero situado al lado de la puerta y mientras pensaba qué diantres haría con el bastón si alguien la atacaba, casi sin pensar, entreabrió la puerta después de haber colocado la cadena de seguridad…

Vamos, déjenos pasar, que está nevando y no llevamos paraguas ni ropa de abrigo… Eran dos los hombres que se encontraban al otro lado de la puerta… Ella los miró y aún le pareció más extraña la situación… Con la que estaba cayendo y ambos iban vestidos con un smoking blanco, sin un abrigo y sin nada…

¿Pero: quién es, niña? La voz provenía del otro extremo de la casa.

¡Lo que faltaba! Dijo ella levantando la mirada… Nadie, mamá, bueno… Una entrega… Sin pasar ni una décimas de segundo, la madre, que aparece en camisón con una redecilla de esas de conservar el peinado y con un bastón en su mano derecha… Mamá, por favor: Vuelve a tu habitación, que parecemos legionarias del Ejército de Salvación con esta pinta…

¡Pero hija!… La mujer, haciendo caso omiso de la indicación se quedó mirando la escena con cara de espanto.

Al final, con gesto preocupado, quitó la cadena, abrió la puerta y franqueó la entrada a los desconocidos. Bueno, dijo mientras entraban: “Aunque no tienen ninguna pinta de mensajeros…” ¡Señora!, respondió el que iba en primer lugar: “La Empresa que nos contrata es la más importante de la Galaxia” ¡Pero qué Empresa ni qué Galaxia…! ¡Esto no puede ser real! …Comenzó a responder L.P. mientras, algo temblorosa, sujetaba el bastón de escalada por si tenía que atizarles…

Tranquila, señora… Deje usted el bastón que puede ocurrir un accidente, que de eso nadie está libre… ¡Pues vaya pincho que lleva en el extremo!, añadió el más callado de los dos Y siguió… Si te digo que esto tiene un peligro… Que no sé si no merecerá la pena cambiarnos al turno de día. Que uno ya está un poco al cabo de la calle de todo, pero esto es muy fuerte…

Mientras tanto, el otro, con el tablet en la mano volvió a preguntar: “Es usted L.P?” (Continuará...)