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jueves, 23 de junio de 2011

Pero hay que encontrarse...


Te contemplo desde dentro... ¿O es desde el exterior?

Algo se rompió y la caída fue descomunal. No… No todas la caídas son negativas, aunque el cambio sea tan espectacular que resultara inimaginable, pero al fin, es simplemente un cambio, incluso puede que no pudiera ser de otra manera. Cambia el paisaje, cambian como consecuencia los caminos y cambia el sentir. Quizá esto último sea lo más llamativo, el no identificarte con el pasado...


Sí… Cuando creíste conocer las respuestas, lo que cambiaron fueron las preguntas.

Muerto el ego, por fin eres tú, pero hay que encontrarse
Y comenzó una nueva etapa en la que ya no eres quien eras. Lo menos importante es si te gusta más o menos y también si te sientes cómoda o no; quieres pensar que era necesario.
 
 
Esto es lo que hay y seguirás viviendo, el tiempo pasará y esta realidad llegará a formar parte de lo cotidiano. Tanto da hacia donde te dirijas.

Lo importante es caminar y tienes la suficiente fuerza; eso sí que no ha cambiado…

Quizá algún día aprendas de nuevo a dibujar esa sonrisa

La que no se ve…

¿Y ahora?

miércoles, 1 de junio de 2011

Lo inevitable






Hay veces que el miedo atenaza el ánimo y se pasa por la cabeza soslayar determinadas experiencias que se han presentado por sorpresa.

Sí, puede ser que casi todo en la vida se presente de esta manera, es cierto, pero lo más remotamente imprevisible, lo que nunca pensamos que ocurriría, situaciones de las que se ha huido casi por sistema, pensando que no eran tales huidas sino elecciones personales, se convierten en lo que yo califico de lo inevitable y pueden llegar a asustar tanto que se nos pase por la cabeza dar un gran salto y sortearlas.

Pero no… Algo que no sabría definir, algo que ni siquiera podría decir de dónde procede, una especie de chispa, algo parecido al encendido de un fósforo que no llega a prender, hace nacer una semilla; una especie de sutil entendimiento que sin llegar a ser tal, es como el titilar de una lejana estrella en la más oscura de las noches... La única luz que se percibe, pero que hace que la oscuridad deje de serlo sin haber amanecido en el alma.

De repente te das cuenta de que lo que evitas en realidad no es la experiencia en sí, y que el lugar hacia donde el miedo podría conducirte sería a hacer una parada en seco en la vida, a perderte en un camino equivocado, a darle un hachazo al destino antes de comprobar qué experiencias se derivarían de aquello de lo que quieres huir.

Y lo entiendes más allá de la mente y lo guardas en el alma y lo cultivas porque no puede ser de otra forma…. Y en esa decisión pones lo mejor de ti.

No sé qué pasará, piensas aferrándote a esa pequeña y remota chispa. ¿Qué me deparará el destino? Te preguntas ya inmersa en el mismo, pero ya no huyes, ya no tienes miedo, aunque exista un resto de inquietud.

Hoy ya es mañana y no pude ver su llegada, aunque una pequeña luz anuncia el principio del alba.