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martes, 15 de junio de 2010

Música celestial... (Recuerdos)


No se cansaba de mirar por el orificio de aquel tubo mágico y contemplar los innumerables paisajes de colores. Podía estar horas girando lentamente el caleidoscopio sin apartarlo de su ojo, sonriendo cada vez que creía encontrar un mundo aún más mágico que el anterior, porque sí, eran pequeños mundos los que contemplaba dentro de aquella maravilla y lo miraba por fuera acariciándolo con sus manitas pensando que poseía un tesoro de un valor incalculable.

A veces imaginaba que ese tubo de color añil, contenía un reflejo del firmamento con todas las estrellas bailando una danza incesante y aguzaba su oído intentando escuchar la música que, sin duda alguna, hacía que todos esos cuerpos celestes danzaran cada vez que los contemplaba ¡No había nada más bello!

Pues bien, un maldito día, su mágico túnel hacia las estrellas se quedó olvidado en el balcón toda la noche. Al despertar, el corazón se le desató como un caballo de carreras al recordar que lo había dejado allí con las prisas… Ni siquiera se atrevía a abrir el balcón para recogerlo…

Aquella noche había llovido torrencialmente y cuando al fin reunió fuerzas para abrir la puerta del balcón, se encontró el juguete totalmente deshecho. Lo tomó entre sus manos y la estructura de cartón, descolorida y blanda por el agua que había absorbido, se partió y al suelo cayeron un montón de cristalitos de colores y unos pequeños espejos de forma triangular. Su padre, al ver su desencanto, le explicó cómo funcionaba el “tubito mágico”; le escuchó atentamente, intentando creer sus palabras, y cuando el padre terminó la explicación que incluía un dibujo del juguete, le increpó incrédula: Sí papá, pero ¿De dónde sale la música? ¿A que no sabes de dónde sale la música?

Creo que fue a partir de ese momento cuando empecé a desmontar todo lo que caía en mis manos, costumbre que aún conservo a pesar de haber estropeado montones de aparatos, incluido este ordenador en el que estoy escribiendo…

Lo más gracioso es que, a pesar de mi edad, aún se me dispara la imaginación y a todo le encuentro una parte mágica, inexplicable, incluida esa especie de música celestial que sólo yo soy capaz de escuchar.

2 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Y que no dejes de encontrar esa música secreta, porque es cierto, eso no va a poder explicarlo nadie, muchos ni la oyen.

Un besazo

Una mirada... dijo...

Qué recuerdos -y qué sonrisas- se me vienen al Ahora con ese tubito mágico tuyo -el mío era azul oscuro con una banda tricolor en cada extremo- con el que aprendiste a descubrir que todo tiene su truco excepto la imaginación, donde conviven hadas turulatas, dragones que lanzan flores de caramelo por las fauces y estrellas que dibujam casitas octogonales con tizas de colores... Y, por supuesto, la música. Tu música. La que ni el compositor más avezado podrá jamás representar en un pentagrama.

Que sus sones te acompañen en cada giro.