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domingo, 18 de julio de 2010

¡Hale! A la playita...


Debe ser que yo soy un poco rara, pero detesto, desde los doce años hasta el presente, lo de ir a la playa, o para ser más exacta, ir a la playa para bañarme y tomar el sol…

Ayer viendo un reportaje (con todos mis respetos, eso sí..) de cómo pasa mucha gente sus vacaciones, se me ponían los pelos de punta…

Eso de levantarse por la mañanita temprano, desayunar y darse prisa para bajar a la playa antes de que se llene, y una vez allí, y sólo para empezar la jornada, darse un baño de agua helada que deja rastros de salitre por toda la piel y bien de arenita pegada por las piernas en cuanto se dan dos pasos camino del metro cuadrado de la toallita… Sentarse sobre esa toalla en contacto con un suelo que de limpio tiene bien poco, o en el mejor de los casos “pillar” una hamaquita usada anteriormente por miles de personas, claro, porque lo de bajar con la sombrilla y las sillitas plegables desde el apartamento “en primera línea de playa”, ya me parece demencial, y a renglón seguido: ¡Hale a tomar el solito! Eso sí, escuchando lo que hablan todos los que nos rodean a una distancia de, como mucho metro y medio a pesar de que nos importe muy poco su vida y la de sus conocidos, pero no sólo eso, sino oler sus olores, a bronceador, al bocadillo de media mañana, (clamando interiormente cuando empezamos a escuchar el melodioso sonido del papel albal, por que no sea de sardinillas en aceite que tiene ácidos omega 3), a la cervecita del aperitivo con sus papitas fritas y luego tener que escuchar lo de “¡esto es vida!”…

Caso de que, queriendo evitar lo expuesto en el párrafo anterior, se te ocurra ponerte cerca de la orilla, sin hamaca ni toalla que poder plantar en la arena porque está mojada, pues lo más probable es que te caiga encima una pelotita de esas de goma maciza, de las de jugar a las palas o que los niños al pasar corriendo te salpiquen de agua y arenita con esa piel que se te ha puesto a 50 grados de temperatura en veinte segundos, aproximadamente, y que encima ni te has dado cuenta, porque al estar en la orilla, la brisita va refrescando la piel sin que te enteres de que te estás torrando sin remedio a pesar del bronce de protección 90, eso sí, con su perfumito a cocos salvajes del caribe…

En fin, que yo, lo de las vacaciones lo entiendo de otra manera…

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo lo veo de otra forma, so cabezota!. Que siempre hay horas que encuentras poca gente y me encanta zambullirme en esa inmensidad salina, de donde por cierto, salieron nuestros antepasados en la evolución, por lo cual volvemos de alguna forma a nuestra otrora morada....Además ,ya sabes que los baños salados limpian el aura , y de esa limpieza nos falta a todos un poquito. Me gusta ponerme las gafas y el tubo y ver a mis primas las sardinas brillando bajo el agua transparente y azul...En fin, que para gustos son los colores ,hija.
Un abrazo Lillian.
a

luz dijo...

Sí, Lillian, mú poética tu exposición, pero yo me limpio el aura desde la terracita de tu apartamento, contemplando cómo subís Dash y tú sudando la gota gorda después de zambulliros en las cristalinas aguas ancestrales, y luego espero a que os duchéis y os quitáis toda la arenita y la sal, tomándome una cervecita helada mientras terminais de tan placenteras actividades... jajajaja...

Ya sabes que tengo la cabeza como una piedra, pero no me apeo de burro!...

Besitossss

Anca Balaj dijo...

Ay, no me hables, yo nunca lo he entendido. Ahora me importa poco, pero imagina cómo me sentía cuando vivía en primera linea de playa y el resto del año el mar era sólo mío. Y venían estos, con sus bocadillos y pelotitas y... me lo dejaban contaminadísimo, pero no de basura sino de humanidad.


Besssos

luz dijo...

jajaaa no sabes cómo te comprendo, pero al fin tú lo tenías el resto del año, aunque asomarte y ver semejante hervidero, debe ser muy duro ;)

Besitosss guapísima.

Una mirada... dijo...

Jajaja... qué bien has descrito las vicisitudes playeras, Luz.

Adoro el mar en cualquier estación, pero la playa sólo me atrae en otoño e invierno. Para pasear y aspirar los aromas y dejar que la brisa me ponga la carne de gallina. En verano, me gusta darme un chapuzón mañanero,cuando la playa está semidesierta y,después de un buen desayuno y un paseo, corro a tumbarme... junto a la piscina.

A disfrutar de la semana.

luz dijo...

Gracias, Una mirada,. He vuelto de disfrutar tres, pero sin playita...jajaja

Besos

Una mirada... dijo...

...y aún queda verano.

Besos.