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miércoles, 7 de julio de 2010

Otras guerras...


Hablando de guerras…

Hoy en día, además de todas las guerras oficiales o extraoficiales, subterráneas, declaradas, secretas, frías o calientes que a cualquier ser de buena voluntad nos indignan y averguenzan, existen otras... Guerras permitidas en las que pocos reparan o califican como tales y muchos participan como mercenarios de forma activa o pasiva; guerras que producen daños de incalculable importancia, tan incalculable que son ataques directos al mundo emocional de tantos y tantos seres humanos.

Guerras cuyo principal proyectil es la palabra, palabra pagada porque la mayoría de las veces va cargada de dinero sucio o de ansias de poder, ornamentada por la falta de respeto, de ética, proyectiles devastadores que pocos se atreven a detener.

A diario se contempla, cómo desde los medios de comunicación, sin sonrojo ni compasión alguna, se destapan, se airean, se desgranan las vidas e intimidad de personajes conocidos, bien sean del mundo del corazón, de la política, de instituciones religiosas o incluso de quienes, de no ser por sus miserias, siempre hubieran ocupado las filas del anonimato.

Lo peor es que nadie, ni siquiera la justicia pone límite a esta locura y este tipo de actitud empieza a verse como algo normal, sin importancia, como una actividad más para el tiempo de ocio.
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¡¡¡Bla... Bla... Bla.../ Ratatatá/ Boooooom!!!

4 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Tengo la suerte de poder elegir no participar de estas guerras, creo que, en lo que a cotilleo respecta, estoy totalmente desfasada y des"informada". Son guerras de las que, por suerte, cualquiera puede salir. Pero hay quien no quiere. Me pregunto cuál será el aliciente, de qué otras guerras internas se distraen quienes participan en esto.

Lo que sé seguro es que el último momento de mi vida no voy a decir: "Ojalá hubiera mirado más programas del "corazón". Eso seguro, cualquier otro modo de emplear el tiempo es mejor.

Un bessso, Luz, amiga guapa.

luz dijo...

Está claro, ami, que quien no quiere no participa, pero creo que estos programas, estas actitudes o estas costumbres, que no sólo me refiero al mundo de la comunicación periodística, tienen como un extraño poder de adormecer las conciencias.

A mí me llama poderosamente la atención el hecho de que muchas de estas personas que bapulean al prójimo sin ningún reparo y aún con menos compasión, después participen en ritos religiosos, en debates políticos o sociales en los que se habla de amor al prójimo, de caridad, de solidaridad, de participación en la mejora de mundo... ¿Cómo se conjuga esto?

Es simplemente esto lo que quería poner de manifiesto, porque este tipo de conductas creo que llevan impreso un sello inequívoco, el de la inmoralidad activa o pasiva, por no hablar de hipocresía, falta de amor, de respeto y de humanidad.

Y todo por enriquecer el bolsillo o el ego... ¿Hasta cuándo se van a permitir cosas como estas?

Besitosss, preciosa

Una mirada... dijo...

Asombroso y... repugnante.
Está claro que los promotores y algunos protagonistas de estas inmundicias sacan tajada pero, ¿qué gana quien consume ese tipo de información...?

luz dijo...

El que consume esta información, Una mirada, creo que, fundamentalmente pierde tiempo de vivir su propia vida, y dan pie a los que manejan el cotarro para que sigan haciéndolo y enriqueciéndose con ello.

Luego, como apunta ami, están los que no pueden mirarse a los ojos a sí mismos y se dedican a vivir las vidas de otros, a esconderse de su propia realidad.

sí, es repugnante.

Feliz finde