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lunes, 19 de septiembre de 2011

Causalidades



Cuando el destino nos acerca una experiencia, se supone que no es un hecho casual, sino aquello que necesitamos para nuestro aprendizaje por duro que esto parezca. Una vez vivida y superada la misma, seguimos nuestro camino fortalecidos, cosa que únicamente se puede comprobar con la perspectiva del tiempo, dejando atrás el suceso en sí que se integraría en el pasado o en nuestra historia personal, como diría P. Coelho.
Normalmente, cuando la memoria descansa, o pasado un tiempo más o menos razonable, nos llega otro suceso de similares características en el fondo  pero con un “envoltorio” diferente, digamos que es una especie de reválida para comprobar si aprendimos de la experiencia primigenia. Puede que volvamos a tropezar en la misma piedra y el golpe sea más grave esta vez, pero a fuerza de vivir, un día seremos conscientes de que el resultado sólo depende de nuestra respuesta, de que somos artífices de nuestro propio destino; hemos encontrado el patrón y lo deseable es que el resultado nos sirva para estar alerta y aplicar lo aprehendido  en otras circunstancias.
Simplemente eso… Estar alerta o la vida se irá repitiendo, dando vueltas sin parar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Es la rueda de la vida del Zen, que no nos deja dormirnos en los laureles". Cuando ya hemos reposado un poquito, hay que seguir aprendiendo.
No obstante, aunque el aprendizaje sea unico y personal, a veces podemos dejarnos acomp~nar.
Un beso de Nanita.

una lectora de poesía. dijo...

El vértigo de la Vida siempre asombra, nos hechiza y cautiva, incluso al propio Tiempo. Las diversas vivencias, las experiencias, son ocasiones vitales para sondearnos, una vez más, con la sinceridad intimidadora de la infancia.
Nelson Mandela dice que “no hay nada como volver a un lugar que parece no haber cambiado para descubrir en qué cosas has cambiado tú mismo”. Algo similar podemos observar en las experiencias vitales, sueños recurrentes, en los ciclos, las estaciones
Cambiar o ser cambiado, ese sería el matiz. La memoria sobre el pasado, el recuerdo de la experiencia, lo vivido, se debería mover como en el sueño y dar la vuelta, para sacar a la luz otras facetas de su carácter, sin duda mucho más interesantes, brillantes, lúcidas y divertidas.

La realidad, el presente, es otro tipo de aventura, y debemos aventurarnos por sus sendas con expectación y en alerta, como si fuera la más salvaje, húmeda, y sugerente selva amazónica porque, como dice el poema, nada sucede dos veces.

Nada dos veces, Wislawa Szymborska.

”Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin expenencia nacemos,
sin rutina moriremos.

En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.

Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.
Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura”.

Una mirada... dijo...

Ay, pero cuesta tanto -y tantas veces- asimilar esas, no siempre alentadoras, vivencias... Parece tan lejano el gozoso momento de analizar lo pasado desde el placebo de la distancia, que resulta asaz difícil congraciarse con el estoicismo.

Un abrazo, Dama de las Reflexiones.

Salomé dijo...

Se dice que cada uno/a encuentra lo que busca; si lo que se quiere es hacer que sólo suceda lo que se tiene programdo huyendo de la realidad de que la vida te sorprenda, para bien o para mal, no se encontrará la satisfacción de superarse y madurar.
No es cosa fácil, pero si con el paso del tiempo se va asumiendo la propia historia, nos quedará la satisfacción de haber aprendido a vivir

Anca Balaj dijo...

Sí, yo siempre he tenido esa sensación de que, cuando no aprendo una lección, cuando no actúo bien en determinada circunstancia la vida me suspende y la asignatura me queda "para septiembre". Es así de exigente esta profesorcita nuestra, no nos pasa ni una.

Bessstias besssucones.

luz dijo...

Así es, Nanita, Samsara girando y girando hasta que econtramos el patrón y respondemos a la experiencia conscientemente.

Besitos

luz dijo...

Completamente de acuerdo con tu comentario, amiga "Lectora", y también con esa maravillosa cita de Mandela con la que ilustras el mismo, porque el cambio en sí, es en nuestra actitud, y si ella transcurre a través de la experiencia, nos transforma y posibilita que sigamos construyendo el camino; hace que maya se disuelva para encontrarnos con la realidad preciosa del auténtico presente.

Besitos dominicales

luz dijo...

Difícil, es cierto, "Una mirada", esperar para encontrar el momento justo, preciso, en el que contemplar la experiencia con los ojos del alma. Sin embargo, algo queda, desde el primer instante en el que damos un paso certero, algo que ilumina y nos posibilita el dar ese salto en el vacío hacia la nueva experiencia. ¿Quizá nos crecen alas?

Un abrazo y feliz semana

luz dijo...

De eso se trata, Salomé, de aprender, de no llegar nunca a la meta final pero sí a esas "Metas Volantes" que hacen de la experiencia algo único, de lo que no disfrutaríamos si la soslarámos o la eludiéramos. Es como dices, una cuestión de aceptar.

Un beso

luz dijo...

Y gracias a esa "Profesorcita que citas, ami, nos vamos superando, trabajando la ciencia de la paz y conociéndonos para poder llegar, también, a comprender al otro. Pero ambas sabemos que si no tiramos la toalla, aprobamos, sí o sí...

Muchos bessstiasss besuconesss, amiga