
Hoy, aunque los fines de semana no conecto el despertador, a pesar de haber trasnochado, me desperté temprano, como si fuera un día laborable; quizá si me hubiera dado la vuelta hubiera seguido durmiendo, pero pensé que así tendría más tiempo para disfrutar del día.
.
Después de desayunar, me vine al ordenador a mirar el correo y estuve visitando blogs, leyendo aquí y allá, y tomé la decisión de hacer del día de hoy un día para vivir, sin ponerme metas, sin programar qué voy a hacer, sin expectativas, como dice la canción, de darme una oportunidad…
Soy de las que afirman que hay que vivir conscientemente, aunque confieso que a veces me olvido de ello, entrando en esa inercia absurda en la que en ocasiones nos perdemos, deambulando de un lado a otro, hasta que el día termina y parece que haya sido la propia vida la que se ha movido invitándonos a participar sin obtener respuesta alguna, algo así como un muñeco que tengo enfrente y que me observa con una sonrisa sin cambiar de postura, sin producir ningún efecto en mi ánimo, de tal forma, que si no hubiera estado en el lugar que ocupa siempre, ni hubiera reparado en ello.
Y resulta que lo que llevo recorrido en poco más de una hora, me ha tocado varias veces el alma, me ha empujado a ser consciente de cada paso de los que he dado en estos últimos días y también de los que he omitido sin tan siquiera elegirlo (conscientemente), quizá para recordarme que, en esta época de celebraciones, haya superado mis límites cotidianos en algunos aspectos, y algo, puede ser que lo que ha hecho que me despertara un par de horas antes, ha venido a darme un toque, mostrándome algunos ejemplos.
¿“Casualmente”?…
La vida nos ofrece a diario la oportunidad de situarnos en el punto que queramos estar, siguiendo el camino abandonado o dibujando uno nuevo…
Paso a paso….