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sábado, 21 de febrero de 2009

Creencias, doctrinas, experiencias...


Todos tenemos creencias, pero, personalmente no considero creencias a aquello que me llega a través de la experiencia ajena, eso, más bien serían ejemplos, sino a los hechos que personalmente vivo y he vivido y me transmiten una enseñanza que me resulta válida a lo largo de mi recorrido por este mundo, aunque reconozco que existen vidas ejemplares en toda la historia de la humanidad, personajes (no siempre conocidos) de una importancia imposible de ignorar, a los que admiro y cuyos actos producen en mí esa resonancia interior que me conduce a una reflexión profunda y el encuentro con la posibilidad de lo que podría llegar a ser mi propia experiencia.

A lo que me refiero es a que nunca me dejaría guiar por una doctrina dogmática, sea de la naturaleza que sea, que lo que realmente provoca es la anulación de la capacidad y la libertad de la propia experiencia y por lo tanto de una opinión basada en hechos vividos.

Lo divino o la energía sutil, dios o como cada cual prefiera, aquello que hace que la vida exista, que los seres vivos seamos un conjunto de cuerpo, mente y espíritu y no hablo en términos cartesianos, ya que creo firmemente que somos un todo individualmente, un universo en todos los aspectos de nosotros mismos y a la vez una parte de la totalidad, por poner un nombre a aquello que transciende a lo aparente o lo que se puede percibir con los sentidos, y esa “totalidad/divinidad” no es algo que se pueda buscar en un lugar u otro; no está para que lo encontremos sino para experimentarlo a través de la vida y hacer de esa experiencia nuestra verdad, la de cada cual, coincida o no con las de otros...

Pienso que a la verdad le ocurre lo mismo que a la energía, que ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma… Y dentro de la propia verdad no solamente caben conceptos de tipo espiritual; caben acciones, emociones, sentimientos, pensamientos. Cabe todo aquello que nos define como seres vivos, pero (repito) a través de la experiencia, ya que aquello que somos por definición, nunca llegará a convertirse en cierto (individualmente) si no hay una experiencia que nos lleve a constatarlo porque no existe aquello que desconocemos y lógicamente hablo de existencia en el sentido empírico para poder llegar a ser quienes somos…
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Aunque lo importante es el proceso, el camino, o más bien, los pasos que damos que convierten nuestro universo en eso, precisamente, algo nuestro, permitiéndonos ser quienes somos

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Las creencias siempre forman parte del plano personal. Son transmisibles pero no transferibles, porque cada creyente -independientemente de la creencia- interpreta aquello que se le transmite con sus propias "herramientas internas", donde la experiencia juega un importante papel y la reflexión es la mejor jueza ante los estímulos recibidos.

Lo negativo de cualquier creencia no es tenerla sino pretender imponerla a las demás personas.

Un saludo.

Anca Balaj dijo...

Esa manía que tenemos los humanos de ordenar, clasificar y reglar todo lo que es nuestra vida no sé de donde nos viene. Y siempre hay quien aprovecha esta necesidad para crear normas y hacerse con unos seguidores (y el negocio correspondiente, cuando no hay nada mas lejos de la espiritualidad que los negocios). Por eso yo no me clasifico en ningún sitio y agradezco esta libertad de no tener que hacerlo. Al menos esto lo tenemos ganado.

Un beso y feliz finde.

luz dijo...

De acuerdo en todo "Una mirada". Supongo que la doctrinas parten, precisamente en la intolerancia por otras opciones. Tu comentario enriquece, como siempre mi post. Gracias

Un saludo

luz dijo...

También de acuerdo contigo, ami. El vivir de acuerdo a la propia experiencia, no sólo nos da la posibilidad de hacerlo más intensamente, sino que nos hace libres de elegir, y considero que en el terreno espiritual eso es fundamental.

Creo que esta forma de vivir, sin separar la espiritualidad del resto de la vida, cada vez está más extendida, y lógicamente no se encuentra en las religiones.

Claro que nos lo tenemos ganado: A pulso...

Un besito