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lunes, 24 de agosto de 2009

Cuando el silencio es honor


Hoy quiero volver a recordar ese sabio proverbio indio: “Cuando tus palabras no puedan superar al propio silencio, lo mejor es callar” Porque los mayores errores, y me atrevería a afirmar que el gran pecado de nuestra sociedad hoy en día, procede de lo que no se calla.

No hay que olvidar que la manera que tenemos de percibir lo externo, es subjetiva, ya que siendo cierto que a las personas se nos conoce por nuestros actos y eso es lo que nos define, también lo es que estamos mediatizados por nuestros valores, nuestra cultura, por la ideología, por la propia experiencia. En lo que somos o en lo que opinamos influyen tantos factores, que intentar describirnos a nosotros mismos es difícil, pero si ya, de lo que se trata es de describir a otros, supone un riesgo, y la mayoría de las veces, no se hace honor a la realidad.
*
Teniendo en cuenta que "honor" procede de honrar y el diccionario define honrar como “respetar”, la conclusión a la que se llega es sencilla.

A medida que me muevo por la vida, aprecio más el silencio, y no me refiero al silencio expectante, ni tampoco al silencio vacío sino a aquel que está lleno de contenido, que procede del corazón y contiene el mayor de los valores:
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El respeto.

10 comentarios:

leoriginaldisaster dijo...

hay que cuidar con mimo al silencio... puesto que cuando se enfada es el que mas poder tiene para perdernos...
gran entrada luz!:)
ya sabes^^, un placer leerte:)
muchos besitos y linda semana:)

Anca Balaj dijo...

Pero todos somos rápidos a la hora de desenfundar opiniones sobre los demás. Yo misma lo soy. Con la edad lo único que llevo adelantado es que ahora me doy cuenta de ello, algunas veces, y me digo que puedo estar equivocada. Es lo máximo a lo que he llegado, estoy lejos de ese silencio, aunque no diga mis opiniones en voz alta salvo muy rara vez.

Un besazo

Una mirada... dijo...

No es mal modus vivendi aquel basado en el "vive y deja vivir" que, a fin de cuentas, no hace sino reconocer, junto con nuestra preciada libertad, la ajena; ello no implica -y creo que, en alguna ocasión, ya lo hemos comentado en esta entrañable morada- la obligatoriedad de respetar todas las ideas del prójimo, sobre todo cuando es notorio que las tales ideas suponen un ataque contra los derechos fundamentales de las personas.

Hace unos días, en un blog en el que jamás había dejado ningún comentario, me sentí moralmente obligado a intervenir dada la cantidad de calumnias que se estaban vertiendo contra un grupo de personas; y aun teniendo la cuasi certeza de que todas ellas estaban escritas por la misma mano -aunque utiizaba diferentes nombres-, consideré que algunas puntualizaciones no sobrarían. Pésima idea la mía, porque fue dejar el comentario y el flujo de las "desbarradas" alcanzó la cima del despropósito. Recogí velas, naturalmente. Y me quedó esa sensación del metepatas a quien más le hubiera valido quitar las yemas de los dedos del teclado.

Afectos.

luz dijo...

Gracias, Leo. Sí, sobre todo, hay que saber cuando es el momento de abandonarlo, y sobre todo hacerlo solo temporalmente.

Un abrazo grande

luz dijo...

Pues ya el hecho de darse cuenta y no expresar determinadas opiniones en voz alta, evita problemas y dolores propios y ajenos.

Lo demás podemos irlo trabajando paso a paso.

Besitos, ami

luz dijo...

Bueno, Una mirada, tienes razón en que hay casos en los que el silencio debe ser roto, sin embargo me refería a otro tipo de silencio, aquel que pretende ser portador de paz entre varios, aquel que es mucho más elocuente y honorable que la propia palabra.

Abrazos

Blau dijo...

Cuánta verdad en tus palabras Luz! Con los años te das cuenta que es mejor callar. Callar para no herir, callar para demostrar que no estás de acuerdo con las opiniones que otros vierten, callar cuando quieres y no puedes expresar con palabras, callar y oir el silencio. Esta última frase me la decía mi abuela cuando era pequeña y no la entendía... ahora me gusta oir el silencio.

Cris (V/N) dijo...

Grandes palabras, para reflexionar.... alguien dijo también alguna vez: "Tenemos dos orejas y una sóla boca, justamente para escuchar más y hablar menos".... Un saludo :)

luz dijo...

Así es Blau, principalmente porque vivimos en una época donde se confunden términos; se potencia la falta de respeto por la intimidad del otro aludiendo a la verdad, sin considerar que todos tenemos nuestra verdad propia. Otra práctica extendida es ridiculizar al otro para pasar por encima, y esto lo vemos en los medios de comunicación, en los debates políticos, en los programas mal llamados del corazón que, precisamente es de lo que carecen...

En fin, que tu abuela tenía más razón que un santo.

Besitos

luz dijo...

Bienvenida, Cris:

Me gusta esa frase y estoy de acuerdo con ella; hay tanto que escuchar...

Por otra parte, todo aquello que nos acerca a lo auténtico como la reflexión, la meditación, la oración, se hace en silencio: ¡Por algo será!

Otro saludo para ti :)