
A veces me pregunto si a lo largo de la vida he actuado como debía, aciertos y errores con la experiencia que me han proporcionado, incluidos. Me pregunto también si el lugar donde me encuentro en este momento es el adecuado y casi siempre hay algo interior que me contesta con un silencio lleno, y no por mis grandes logros a ningún nivel sino por la armonía que acompaña a este mi otoño vital.
A lo largo de la vida he podido comprobar que no es más feliz quien más sabe porque quien de verdad sabe, se hace consciente de lo que le falta para llegar al entendimiento pleno. Tampoco es más feliz quien más posee a nivel material porque a la mayoría de los que viven esa situación, el llegar al ansiado punto de “poder”, lejos de producirles satisfacción , les hace desear más al experimentar que lo anterior no les produjo el sentimiento que presumían.
Yo no sé mucho, sólo poseo el producto de mi trabajo que considero suficiente para una vida digna; mucho más de lo que tienen tantos en el mundo en que vivimos. No tengo el más mínimo interés por comprarme una casa y el coche que tenía hasta que empecé a ir andando a todas partes, se lo regalé a alguien que lo necesitaba más que yo. La verdad es que tengo poco que perder a nivel material. Me hace gracia pensar que si mañana entraran ladrones a mi casa y la vaciaran, podría reponer casi todo (excepto aquellos objetos que conservo por el valor sentimental que tienen) en poco tiempo, con el fruto de mi (humilde) trabajo…
Está claro que, como tantos, poseo tesoros de gran valor, todos ellos atesorados dentro del corazón o del alma, como queramos verlo, aunque ésos no ocupan lugar y nadie puede arrebatármelos porque ni se compran ni se venden, igual que el cariño verdadero.(¿Os acordáis de la cancioncita?)
A lo largo de la vida he podido comprobar que no es más feliz quien más sabe porque quien de verdad sabe, se hace consciente de lo que le falta para llegar al entendimiento pleno. Tampoco es más feliz quien más posee a nivel material porque a la mayoría de los que viven esa situación, el llegar al ansiado punto de “poder”, lejos de producirles satisfacción , les hace desear más al experimentar que lo anterior no les produjo el sentimiento que presumían.
Yo no sé mucho, sólo poseo el producto de mi trabajo que considero suficiente para una vida digna; mucho más de lo que tienen tantos en el mundo en que vivimos. No tengo el más mínimo interés por comprarme una casa y el coche que tenía hasta que empecé a ir andando a todas partes, se lo regalé a alguien que lo necesitaba más que yo. La verdad es que tengo poco que perder a nivel material. Me hace gracia pensar que si mañana entraran ladrones a mi casa y la vaciaran, podría reponer casi todo (excepto aquellos objetos que conservo por el valor sentimental que tienen) en poco tiempo, con el fruto de mi (humilde) trabajo…
Está claro que, como tantos, poseo tesoros de gran valor, todos ellos atesorados dentro del corazón o del alma, como queramos verlo, aunque ésos no ocupan lugar y nadie puede arrebatármelos porque ni se compran ni se venden, igual que el cariño verdadero.(¿Os acordáis de la cancioncita?)