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sábado, 4 de mayo de 2013

Será...


Será el viento que sopla incansable 
quien provoca  tu aislamiento, 
ocultando el horizonte, 
cegando tu paisaje, 
tu visión, tu sentimiento.
Tu corazón se encoge, estalla, 
se escapa del centro del pecho
Y respiras hondo queriendo atraparlo de nuevo
Será la vida aliada del viento 
dibujando intrincados laberintos
en los que acechan las sombras 
que ocultan realidades 
más allá del pensamiento.
Será el propio destino 
quien jugando a ordenar el tiempo
Te condena a encontrar la salida
saltando al enorme y oscuro vacío 
Apostándolo todo en tan sólo un momento...
Mientras tanto, 
en esos otros mundos
Brilla el sol, reverdecen los senderos
La vida sigue sin tu consentimiento
Aunque no puedas verlo...

4 comentarios:

Lectora de poesía dijo...

Hermoso y sugerente poema: su paciente y silenciosa Luz alumbra e ilumina el misterioso vivir.
Al leerlo pensé en los secretos pasadizos de los humanos laberintos del mejor Borges. Sirva de muestra los finales de 2 de sus magníficos poemas: “Elogio de la sombra” e Invocación a Joyce”.

Final del poema “Elogio de la sombra”, Borges.

“…Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy”.

Final de “Invocación a Joyce”.

“…Qué importa nuestra cobardía si hay en la tierra
un solo hombre valiente,
qué importa la tristeza si hubo en el tiempo
alguien que se dijo feliz,
qué importa mi perdida generación,
ese vago espejo,
si tus libros la justifican.
Yo soy los otros. Yo soy todos aquellos
que ha rescatado tu obstinado rigor.
Soy los que no conoces y los que salvas”.

Abrazos suaves y poéticos, como invitación al prodigioso vivir.

Una mirada... dijo...

La vida sigue, sí; al otro lado de la propia penumbra -o de la oscuridad completa-, más allá del cercado que valla el alma encadenada. La vida corretea por su cuenta sin que el tiempo detenido la inmute o la haga volver atrás.

Precioso -y aconjojado- texto, Luz.

luz dijo...

Gracias Una Mirada. Por fortuna la vida no se detiene, dándonos, de esa forma, la oportunidad de retomar el rumbo en ocasiones perdido, pudiendo aprehender la experiencia y seguir adelante de la mejor manera

Un abrazo

luz dijo...

Abrazos para ti, amiga lectora y gracias por todo, aquí y allí