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lunes, 23 de marzo de 2009

El último adiós




Sumergido completamente en sus pensamientos mientras fumaba el último cigarrillo, el anuncio por megafonía de su vuelo, le devolvió a la realidad. Se dirigió a la sala de embarque con semblante abatido, casi como un autómata y allí, después de escoger un asiento apartado, volvió a sumergirse en sus recuerdos.

No, no era fácil abandonarlo todo, dejar atrás una vida entera, pero así lo había elegido como consecuencia de los sucesos que había vivido en los últimos tiempos. Había decidido que no quería despedidas, con lo cual nadie estaba allí para acompañarlo.

Punto final, se dijo mientras se levantaba del asiento para enfilar el túnel de embarque; espero no equivocarme, aunque… Sonrió: ¿Y qué si me equivoco?

Recordó la sorpresa de su familia cuando les comunicó que lo dejaba todo para irse al otro lado del mundo, cómo quisieron convencerle para que lo pensara, para que dejara pasar un tiempo. Sus compañeros de trabajo intentaron lo mismo cuando una semana atrás se despidió de ellos explicando que iba a dar un giro absoluto a su vida, que se marchaba sin billete de vuelta. En un principio, unos y otros pensaron que había encontrado a alguien que le había robado la razón, que había una causa sentimental para aquella huida, y sí, era una huida, pensó… De la mentira, de la decepción, del sinsentido…

No hacía ni dos meses que descubrió todo… A través de una carta anónima en el buzón de su casa en la que se le informaba con todo detalle, que sus últimos cinco años de vida habían partido de un engaño, que aquellos en los que confió plenamente eran unos impostores, y que le habían llevado al borde de la locura sólo, en principio, como un juego, y más tarde, persiguiendo beneficios propios hasta que el engaño alcanzó tales características que no fueron capaces de terminar con él.

Aunque esto último lo supo unos días antes, a través de una confesión por correo electrónico, de los protagonistas, arrepentidos de todo lo que habían provocado, pero su decisión estaba ya tomada, todos los preparativos en marcha, y, como les comunicó, después de un adiós definitivo, no iba a dar marcha atrás.

Recordó el breve texto de su despedida: “Sólo quiero despedirme, deciros que no os guardo rencor alguno, que la experiencia vivida me ha hecho más fuerte, aunque quizá un poco más escéptico… Espero que lo que habéis conseguido con vuestra mentira, os compense, y esto sirva para tranquilizar vuestras conciencias, que con ellas vais a tener que cargar toda la vida, ya que no puedo llevármelas conmigo al otro lado del mundo; si pudiera, os juro que lo haría…

Y terminaba: Espero también, que el haber jugado con mis sentimientos y mi buena fe, con cinco años de mi vida y la que como consecuencia de ello dejé de dedicar a los míos, os haya servido para vivir mejor, que al menos hayáis disfrutado con ello. Os deseo toda la felicidad del mundo y espero no volver a cruzarme en vuestros caminos”

Ya acomodado en el avión, rumbo a su destino, decidió olvidar estos cinco últimos años, hacer un paréntesis y dedicarse a esta nueva vida que consideraba un premio del destino. (continuará…)

5 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Este "continuará" no me lo esperaba yo. Ahora me dejas así, esperando, sin saber ni siquiera quienes o qué. Ay.


Un besito y feliz lunes. Y ya que arrancas los motores de la felicidad, mantente así toda la semana.

leoriginaldisaster dijo...

me gusto mucho luz..:)
lo echo echo esta... jeje
un gran abrazo
y buen dia:)

luz dijo...

Seguirá, ami, pero es demasiado largo para publicar en un sólo post.

Los motores están arrancados y seguirán en marcha mientras tenga una sóla gota de vida.

Muchos besitos y gracias por estar aunque las historias no terminen.

luz dijo...

Gracias por pasarte y participar, Leo. Así es...

Otro abrazo para ti y el mismo deseo de felicidad

Una mirada... dijo...

Por Astarté que no he leído -todavía- la continuación. Y confieso que me intriga; quizás por aquello del billete de sólo ida, que anuncia un propósito firme de alcanzar el Punto sin Retorno.