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domingo, 16 de agosto de 2009

La otra orilla


Desde este lado podía divisar la otra orilla, separadas ambas por el paso del tiempo y el olvido. A la altura de su mirada parecían recortarse unas siluetas cada vez más difuminadas, más lejanas, las de aquellos que ya no estaban; no es necesario morir para alejarse, pensó por un instante.

No sentía ya dolor; se esfumó con la decisión de quedarse solo con lo bueno que de ellos había recibido, con lo que había aprendido mientras estuvieron cerca, con lo que de si misma descubrió en ese periodo de tiempo que ahora dividía sus vidas, incluso con su manera de desaparecer sin una despedida.

Sabía que los buenos recuerdos se guardaban en ese lugar que conecta con la conciencia más allá del tiempo o de la propia experiencia, donde permanecen siempre vivos. Los otros se ahogaron en las primeras lágrimas, las que caen sin intervención de la voluntad, aquellas que nacen del alma, limpiando por dentro con esmero como limpia la lluvia, lentamente, en silencio.

Después llegó la espera precursora del olvido, y cuando la espera se diluyó en las nubes de la memoria, arrojó el resto a la nada para que no quedaran registrados en ese lugar engañoso cubierto de falsos recuerdos llamados rencores, aquellos que impiden que la luz penetre diversificándose en colores…

6 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Es bonita este idea de que los rencores son falsos recuerdos. La mayor parte de ellos lo son.

Cuando digo que estás inspirada, es por algo.

Un besazo.

luz dijo...

jajaja..No sé si estoy inspirada, ami. lo que sí estoy es abierta a envolver en amabilidad y empatía lo que no quiero que se convierta en algo que tiña mi vida de sombras.

Besitos, amiga

leoriginaldisaster dijo...

Que sabio luz:). Los rencores son cadenas hacia nuestra propia persona. Quien tenga rencor tiene un problema consigomismo...
Y hoy no se que aportarte, pero me ha encantado el texto:)
siempre hay que saber mirar las cosas:)
muchisimos besos de buenas noches^^
linda semana luz:)

luz dijo...

Claro que has aportado, Leo.

Los rencores son cadenas, como muy bien dices, y de las peores que pueden atarnos porque llegan a ser muros paralizantes.

Muchos besos y feliz semana

Una mirada... dijo...

Me quedo con esa idea de la opacidad que genera el rencor e imagino, discretamente colocado entre ambas orillas, un inmenso contenedor donde arrojar las sobras...

Te comentaban, preciada Luz, que estabas especialmente inspirada... Suscríbolo.

luz dijo...

´Bien imaginado, Una mirada, y que la corriente del agua se lleve toda la oscuridad.

Gracias por la apreciación.

Besos