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martes, 25 de agosto de 2009

Pensadores II (El efecto de una causa)


En el Grupo de Pensadores no existían las jerarquías o al menos de la forma que funcionaban en cualquier organización gubernamental o privada, ya que todos los miembros tenían voz y voto y podían plantear innovaciones, tomar decisiones o dar cuenta de cualquier incidencia relativa al funcionamiento del mismo, siempre de acuerdo con todos los miembros, a través de lo que llamaban “Planteamiento Global”.
El puesto de Supremo Pensador Universal (“S.P.U”), se renovaba anualmente, a medida que se iban cumpliendo objetivos, y la única obligación consistía en la fidelidad a los principios a través de los hechos y desde luego la oposición a los “Salvadores”. El puesto era ocupado por riguroso orden de antigüedad, excepto en los casos en los que necesitaba en cabeza a alguien que por su particularidad o por sus valores reconocidos, pudiera aportar soluciones en situaciones críticas.

Normalmente, el que ocupaba ese puesto se dedicaba a labores de información, administración, relaciones internacionales, organización de las distintas sedes o refugios, que siempre eran temporales por la persecución a la que eran sometidos por el gobierno y coordinación de los diferentes grupos establecidos en todo el planeta.

El grupo de Pensadores surgió al término de la última guerra nuclear y bacteriológica, cuando el planeta quedó devastado y sus habitantes reducidos prácticamente a la décima parte de la población. Se formó por pura necesidad de supervivencia a todos los niveles, como contrapartida a ese “Gobierno Universal de los Pueblos del Mundo” constituido por una especie de confederación de los gobiernos de nuestro planeta unidos a los que vinieron de fuera imponiendo sus normas.

Una vez que algunos habitantes de Sirio y las Pléyades se establecieron aquí cambiando radicalmente nuestro sistema de vida, y aún reconociendo que aportaron soluciones al caos reinante, resolviendo, por el ejemplo, el gran problema sanitario por el que atravesaba el planeta a causa de las enfermedades causadas por los misiles lanzados por unos y otros, admitiendo que organizaron un sistema político, social y económico completamente nuevo y aportaron sus avances tecnológicos con una aplicación rápida y eficaz de los mismos, de tal forma que, en no más de cinco años nuestro planeta y sus habitantes empezaron a recuperar la salud y la vida, también ocurrió que el tributo o la factura que se nos impuso, alcanzó una dimensión inimaginable, dimensión de la que fuimos conscientes a medida que pasaba el tiempo.

Fue en el año 2012 cuando ocurrió… La crisis mundial en todos los ámbitos, el eterno conflicto entre oriente y occidente agravado por la sucesión de catástrofes naturales que venían sucediendo que, si en su primera parte se redujo a ocupaciones militares de ambas partes, para “preservar la paz” y prestar ayuda para paliar los desastres, nos condujo a una desestabilización de tales características, que llegado un punto, alguien perdió el control, no importa ya quien fue y la consecuencia de todo fue una reacción en cadena, una locura fácil de predecir con mucha anterioridad, que nadie fue capaz de detener.

Al fin, efectos lógicos de una causa bien conocida: la ambición, la soberbia y el deseo de poder…
Una vez ocurrido el desastre, todo podría haber sido mucho más fácil de no ser por las diferencias existentes entre los Salvadores y los humanos; por una parte, ellos estaban más evolucionados a nivel tecnológico y científico y por tanto, tenían más información sobre el Universo que habitábamos y a consecuencia de lo sucedido en los últimos 200 siglos en nuestro planeta, nos consideraban seres inferiores, incapaces de controlar nuestras emociones, de unificarnos atendiendo a un bien común muy discutible. Éramos para ellos seres sometidos a sentimientos y emociones que no podían comprender porque no los poseían, ya que a lo largo de su historia y experiencia, mucho más dilatada que la nuestra, se habían convertido en una especie de autómatas dirigidos por algo o alguien de quien no se hablaba claramente; habían aceptado ser seres dependientes disfrutando de una paz dirigida cuyo precio había sido la pérdida de la individualidad y por tanto de la libertad y el libre albedrío. Los Salvadores ocupaban un lugar intermedio en la evolución clasificada por la “otra parte”…

Hacía ya muchos siglos que nos venían observando y, en alguna forma, temiéndonos, ya que había algo en nosotros que envidiaban, algo interior inexplicable para ellos; lo que llamaban “La fuente humana” que investigaban sin descanso en sus sofisticados laboratorios pero que nunca habían sido capaces de controlar y menos de aislar o imitar, sabiendo que quien la poseyera, quien fuera capaz de entenderla, podría controlarla y manipularla, sería dueño de todo el Universo y de ese sentimiento extraño llamado felicidad, entre otros, que ellos sólo podían conseguir a través de intervenciones e implantes quirúrgicos y siempre con resultados relativos debido a su complicación mental que interfería a no muy largo plazo inutilizando los implantes.

Mientras que ellos podían curar enfermedades, regenerar órganos, poseían una destreza única para realizar cualquier trasplante, incluso genético, estaban absolutamente incapacitados, no ya para comprender, sino incluso para poder llegar a imaginar el alma humana con todo lo que de ella deriva… Poseían facultades como la telepatía, pero carecían en absoluto de empatía, de capacidad alguna de compasión, sin embargo tenían una altísima facultad de competencia y algo parecido a la envidia que les impulsaba para conseguir sus metas, y lo más grave era que no conocían el amor más que por lo que percibían sin comprender a través de los humanos, aunque lo que no habían logrado suprimirles es la curiosidad, facultad que a veces les hacía parecer humanos.

No, no eran unos monstruos como cualquiera podría pensar con esta descripción; eran, simplemente producto de errores históricos, de manipulación, de una forma particularmente errónea e impuesta, de entender la vida, por denominar de alguna forma a lo que ellos experimentaban entre su nacimiento y su muerte, circunstancias ambas que también estaban programadas por... En el fondo eran dignos de lástima, aunque no por eso se debía caer en el error de darles oportunidades que podrían utilizar en contra de la humanidad.

Desde que nacían eran manipulados a través de una serie de implantes cerebrales portadores de códigos que eran sustituidos varias veces a lo largo de su existencia. De esta forma les proporcionaban algo parecido a nuestra conciencia y una especie de alma que les guiaba y cuyo campo de operaciones era dirigido por El Poder que venía a ser, más o menos, el “dios que todo lo ve” que eran quienes movían los hilos. Lógicamente, en esa misma intervención del nacimiento, se les privaba de cualquier capacidad para sentir algo que no fuera aquello que “el dios” necesitaba, excepto como comentaba anteriormente, esa capacidad de sorpresa por lo que no comprendían que les conducía a la curiosidad.

6 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Y que estos cuentos no estén en libro de papel... ay, no me cansaré de reñirte por ello.

Un beso, Luz

leoriginaldisaster dijo...

precioso relato luz!!!aportas!:)
y esta noche te leo otra vez

que me parece a mi eu no lo he pillado del todo biem.
besitos!!buenas tardes^^

luz dijo...

No me riñas, ami:)

Ya sabes que me da como pereza, y me cuesta mucho hacer una selección de los que se podrían publicar. Pero estoy segura de que un día encontraré el impulso para hacerlo; lo que no sé es cuando...

Besitos y gracias por tus ánimos

luz dijo...

Gracias, Leo.

Es sólo un cuento, pero como en todo lo que se escribe, ahí estoy con lo que pienso, lo que siento, mis temores...

Muchos besos,

Una mirada... dijo...

...una ficción que plantea la superposición de unos sobre otros y que es tan cercana a la realidad de hoy casi, casi resulta anticipativa, como aquellas novelas de Jules Verne cuyos artilugios forman ya parte de nuestro entorno.

Una estupenda, bien elaborada y amena creación, Luz.

Afectos.

luz dijo...

Gracias, Una mirada, esperemos que no se cumpla nunca, excepto por algunos detalles que ya se verán.

Un abrazo