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jueves, 21 de octubre de 2010

Elecciones sin urnas ¿eh?


No me gusta, más allá de elecciones u obligaciones personales, que nada me domine, ni mis ideas, ni creencias, ni inclinaciones, ni aficiones ni modas; detesto depender de nada ni nadie; sentir que no soy libre de decidir mis propios pasos…

Vivimos en la era de las dependencias, en este mundo todo apunta hacia direcciones preestablecidas y esto hace que en ocasiones actuemos como autómatas sin darnos cuenta de ello, y aunque, en general, nos sintamos seguros andando por caminos conocidos, se intenta que no apreciemos que nos re-direccionan continuamente, y como hay cosas que no se pueden evitar porque vivimos en un mundo diseñado por intereses ajenos, más vale que al menos, seamos dueños de nuestros pensamientos para poder decidir, dentro de las posibilidades que están a nuestro alcance, lo que hacemos.
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Por ejemplo, en algo tan aparentemente simple como comprar comida, se percibe el influjo de la publicidad; consiguen lo que persiguen que es una respuesta inmediata al ver el producto y muchos no pueden resistirse a comprarlo como si de un acto compulsivo se tratara, confieso que ante el lavado de cerebro al que nos someten en los medios, he podido comprobar mi propia tendencia, eso sí, absolutamente reprimida (hasta ahora) por mi voluntad de hacerlo.

Si te mueves por cualquier centro comercial, y miras a un lado y otro, vas reconociendo esos cereales tan buenos que potencian que tu jornada comience con mejor humor o los yogures que te aportan defensas y vitalidad llenando tu vida de color; te diriges hacia otro lugar y hay un capitán con nombre de pescado que hace felices las cenas infantiles, y el café que hasta San Pedro desea por encima de la gloria (aquí puedo hasta darle un poco la razón al santo, jajaa). Por no hablar de lo seductor/a que puede hacerte un perfume o lo “guay” de tomar un cóctel de moda ya embotellado.

Incluso el lenguaje de los famosos, marca tendencia, y por mí, que cada cual hable como quiera, pero me da como penilla lo de la escandalosa uniformidad que cada vez se extiende más; siento que somos una especie de ejército de hormigas dirigidas por gigantes invisibles de corazón vacío y bolsillos nunca suficientemente llenos: “Desde el minuto cero”, “Negar la mayor”, ¿”Vale o no vale”?, “A día de hoy”, “Dicho esto”…, etc…

En fin, ya sé…

Por lo demás, que tengan un día estupendo y si emplean este lenguaje, son ustedes muy dueños…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Has dado en el clavo, porque odio el empobrecimiento del lenguaje con frases hechas y repetidas por todo dios. No hay nada como la belleza del idioma no globalizado. Y mucho más el castellano , de los idiomas más bellos y con más riqueza lexicográfica .
Desde luego que estamos dirigidos como borregos y efectivamente , hasta a veces lo que pensamos,tiene una gran influencia modélica...espero que no suceda en lo más hondo e íntimo de las personas , cosa que en ocasiones casi dudo....
Un abrazo de Nanita

Una mirada... dijo...

...el Gran Hermano orweliano que sutilmente impone sus reglas desde las sombras de la política y la economía. Burkas mentales que dificultan la visión de todos los posibles existentes y por descubrir... Pero entre tanto brillo uniformado seguirá destacando la estridencia de la libertad, esa que eclosiona en el pensamiento y es capaz de mirar por encima de lo convencional y adecuado.

[...y eso que comparto el mismo gusto cafeteril que el conserje celestial...]

luz dijo...

Estoy de acuerdo, Nanita...

Lo mismo ocurre con con el resto de lo que se "uniforma", se limita o se disfraza con ocultos fines de represión o de conducción.

Besinchos

luz dijo...

El problema, Una mirada, es que, a fuerza de poner velos a la realidad, se acabe por no distinguer lo esencial. Con todo, confío en esa fuerza innata que nos mueve por encima de todo lo demás

P.D. Ahora me encuentro al lado de mi primer humeante café matutino que irá repitiendo su presencia unas cuantas veces a lo largo del día.

Un beso

Anca Balaj dijo...

Una buena táctica es permitirse pasar una semana al año sin medios de comunicación. Pero elegimos no hacerlo, elegimos dejarnos influir.

Un beso

luz dijo...

Sí, ami. Sería como una cura de salud. Es bueno, de cualquier forma, elegir lo que vemos y lo que no y desde luego, tener una actitud crítica.

Otro beso