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jueves, 26 de marzo de 2009

Paz Interior (Cuento tradicional Indio)


Maestro, no soy capaz de encontrar la paz interior.


¿Cuál es el motivo?- interrogó el maestro.


Lo ignoro. Por eso estoy aquí, buscando tu sabiduría y consejo.


El maestro quedo pensativo unos instantes y dijo:


Vas a ir ahora mismo al cementerio. Allí te sentarás en medio de las tumbas y pasarás la mañana elevando toda suerte de elogios a los muertos.


El discípulo obedeció y, una vez que hubo cumplido la tarea, regresó.


¿Has hecho lo que te dije?- preguntó el maestro.


Así lo he hecho- respondió el discípulo.


Bien, pues ahora volverás al cementerio y pasarás la tarde vertiendo insultos e injurias a los muertos.


El discípulo volvió a cumplir la orden del maestro.


Llegada la noche, regresó de nuevo.


Maestro, durante la mañana he ensalzado las virtudes de los muertos con toda clase de elogios, pero por la tarde he ofendido gravemente a esos mismos muertos con grandes insultos. ¿Puedes decirme ahora el objetivo de tus mandatos?


¿Qué te contestaron los muertos?- preguntó a su vez el maestro:


¿No se mostraron satisfechos y se vanagloriaron con tus alabanzas?, ¿tal vez se volvieron indignados y coléricos con tus insultos?


Pero maestro, eso no es posible. ¿Cómo van a reaccionar si están muertos?


Pues eso es exactamente lo que has de esperar de ti mismo: la ausencia de reacciones, tanto ante las ofensas como ante las alabanzas. Si alguien te insulta y enciende tu cólera, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? Si alguien te alaba e inflama tu vanidad, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? Tu paz interior la tienes ahora en manos de los demás o en poder de los acontecimientos que te rodean.


Ve y rompe esas cadenas, recupera tu libertad y entonces encontrarás la paz interior

6 comentarios:

Anca Balaj dijo...

Así es, exactamente. Cada vez que nos quejamos de lo que nos ha hecho este o el otro, estamos colaborando con él en la ofensa, nadie tiene el poder de ofenderte en contra de tu voluntad.

Besitos y buen finde

luz dijo...

Por eso puede llegar a ser tan importante el silencio, ami. Dejar que los sentimientos se asienten, que lo interior, lo auténtico del ser emerja y responsabilizarnos, así de nuestro estado.

Un beso

Una mirada... dijo...

Ah, pero el regocijo y el disgusto forman parte de nuestros sentimientos, sin que ello implique, necesariamente, que exista una dominación impuesta. En todo caso, se debe saber siempre de quién viene el halago o el intento de ofensa; porque es en ese "quién" y no en el "qué" donde reside el motivo de nuestra reacción.
Los seres humanos que nos son más próximos nos afectan, y no siempre podemos actuar como islotes de nuestro archipiélago particular.

Saludos cordiales.

luz dijo...

Pues sí, "Una mirada". El origen de halagos u ofensas puede hacer que la emoción sea mayor o menor, pero se trata de que el efecto producido no llegue a desequilibrarnos, que más allá de un enfado momentáneo, podamos permanecer serenos. ¿ Podría quizá interpretarse esta actitud como madurez?

Un saludo

leoriginaldisaster dijo...

Bonito cuento Luz^^.
La paz esta ahi siempre.. es solo entenderla y aceptarla... romper las cadenas como dice el cuento.

un gran abrazo!
y buen dia^^
se agradece leer estas cosas, y pensar en ellas:)

luz dijo...

Es así, LEO, pero romper las cadenas no es fácil; se trata de poner al ego en su lugar. Cuestión de proponérnoslo.

Un besito y mucha felicidad para ti